Estamos a pocos días de conmemorar un acontecimiento que, a pesar de los siglos transcurridos, la Iglesia sigue teniendo en la Liturgia la fiesta de la Epifanía del Señor.
A través de aquellos tres sabios de oriente, que siguiendo el camino marcado por la estrella, acudieron a Belén para adorar al Rey de Reyes.
La Biblia así nos lo relata:
'Jesús nació en Belén, pueblo de Judea, en tiempo del rey Herodes. Por entonces unos sabios de oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
-¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Hemos visto su estrella en oriente y venimos a adorarlo.
Al oír esto el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Entonces convocó a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le respondieron:
-Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, ni mucho menos, la menor entre las ciudades principales de Judá, porque de ti saldrá un jefe, que será pastor de mi pueblo Israel'.
Entonces Herodes, llamando aparte a los sabios, hizo que le informaran con exactitud acerca del momento en que había aparecido la estrella y los envió a Belén con este encargo:
-Id e informaros bien sobre ese niño, y cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a adorarlo'. (Mt. 2, 1.8).
La Epifanía sigue recordándonos que el Mensaje salvador de aquel Niño es universal.
Todas las esculturas que se muestran en esta entrada pertenecen al arte Románico. Las dos últimas reproducciones hacen referencia al aviso que recibieron estos sabios de un ángel de Dios para que marcharan sin ver nuevamente al rey Herodes.
Seguiremos con este tema en las próximas entradas.
