TRIBUTO AL CÉSAR.-JOACHIM WTEWAEL.-MANIERISMO
Pero sus adversarios también tenían prisa. Les urgía hacerle perder crédito ante el pueblo, cogerle en alguna contradicción o ponerle entre la espada y la pared.
Después del varapalo que recibieron los fariseos y los doctores de la Ley oyendo la parábola de los viñadores homicidas (no olvidemos que se vieron reflejados en ella en el peor de los sentidos), vimos que sus deseos de quitarse de en medio a Jesús crecieron enormemente. Pero el Maestro siguió su camino sin importarle nada. Sabía que TODO estaba ya muy cerca y tenía prisa en continuar dando a sus amigos y seguidores las últimas enseñanzas.
CLAES JANSZ VISSCHER, EL JOVEN.-1612
Tal vez si le planteaban alguna cuestión en la que fuera cual fuese su respuesta pudieran dejarlo sin argumentos ante sus seguidores, en cuyo caso ellos aprovecharían la ocasión para convencerlos de que todo era una farsa. ¡Claro! ¿Cómo no se les habría ocurrido antes? El antiguo recaudador de impuestos nos lo cuenta, acaso porque Mateo habría vivido alguna situación relacionada con su oficio de antaño. Nos dice:
'Entonces los fariseos se marcharon y deliberaron cómo cogerle en alguna palabra. Y le envían los discípulos suyos, juntamente con los herodianos, para preguntarle: -Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas el camino de Dios con verdad, sin acepción de personas, pues no miras al exterior de los hombres. Dino pues, ¿qué te parece? ¿Es lícito dar el tributo al César o no?'
Es evidente la retorcida intención que tenían los fariseos y los herodianos, porque le presentan sus fingidos halagos para después intentar cogerlo en sus propias palabras. Su esquema era el siguiente: si respondía que era lícito, lo presentarían como enemigo de Roma, pero si decía lo contrario podían acusarlo de ir a favor de los invasores y en contra de los suyos, en contra de su propio pueblo. Pero ocurrió de siempre. Subestimaron a Jesús. ¿No les había dado pruebas suficientes de su forma de ser, de pensar o de actuar? Pues volvieron a quedar en ridículo nuevamente.
Conoció Jesús su malicia y dijo: -Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo.
La respuesta es muy propia de Jesús. Responde lo justo sin caer en ninguna de las opciones que habían pensado: 'Dad, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios'. Sencillamente, magistral. No esperaban nada de esto. ¿Cómo podía ser? Estaba todo tan claro... Tanto que 'Al oír esto se maravillaron, lo dejaron y se marcharon'. Tal vez sea este episodio de los más conocidos de la vida del Maestro. Tanto es así, que cuando queremos poner ciertas cosas en su sitio, solemos emplear la misma frase que Él empleó y zanjar la cuestión.
Conoció Jesús su malicia y dijo: -Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo.
PAUL TROGER.- S. XVIII.
Ellos le presentaron un denario. Díceles: -¿De quién es esta imagen y la inscripción? Le dijeron: -Del César. Él les contestó: -Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Al oír esto se maravillaron, lo dejaron y se marcharon'. (Mt. 22, 15-22).La respuesta es muy propia de Jesús. Responde lo justo sin caer en ninguna de las opciones que habían pensado: 'Dad, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios'. Sencillamente, magistral. No esperaban nada de esto. ¿Cómo podía ser? Estaba todo tan claro... Tanto que 'Al oír esto se maravillaron, lo dejaron y se marcharon'. Tal vez sea este episodio de los más conocidos de la vida del Maestro. Tanto es así, que cuando queremos poner ciertas cosas en su sitio, solemos emplear la misma frase que Él empleó y zanjar la cuestión.
RUTH Y BOOZ
Pero los saduceos no la zanjaron, aunque su planteamiento era de distinta índole. Como ellos negaban la resurrección intentaron abordarle desde ese punto y le plantearon: 'Maestro, Moisés dijo: -Si alguno muere sin tener hijos, su hermano se casará con la viuda para dar descendencia al hermano difunto. Pues bien. Había entre nosotros siete hermanos, y el primero, que estaba casado, murió. Al no dejar descendencia, su mujer se casó con su hermano. Y pasó lo mismo con este segundo y con el tercero hasta los siete. La última en morir fue la mujer. En la resurrección, ¿de cuál de los siete será la mujer, si todos estuvieron casados con ella?
El dilema estaba servido. Su intervención hace referencia a una ley que tenían llamada Ley del Levirato. Está contenida en el Libro del Deuteronomio, capítulo 25, versículos 5 al 10, pero ellos buscaban otra cosa. No era la ley en sí misma lo que les interesaba, sino la interpretación que Jesús iba a hacer de ella. La gente que estaba escuchando guardó silencio porque el tema era realmente difícil y deseaban escuchar esa opinión solicitada por los fariseos. Y se la dio.
'Jesús les respondió: -Estáis equivocados. No comprendéis las Escrituras ni el poder de Dios. Porque cuando resuciten, ni ellos ni ellas se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo. Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis oído lo que os dijo Dios: -Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? No es Dios de muertos, sino de vivos'. (Mt. 22, 24-33). Nuevo ridículo de sus oponentes, porque primero los coloca frente a su ignorancia de las Escrituras y del sentido que tienen. La expresión 'estáis equivocados' era lo mismo que decirles que no habían profundizado en el sentido de las Escrituras y se habían quedado en la periferia de la Ley.
RUTH Y BOOZ
Y en cuanto al poder de Dios, les hace ver que es el mismo Dios para ellos que para los patriarcas Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob, que aunque estuviesen muertos para Israel seguían vivos para Dios y estaban con Él. Es en el Libro del Éxodo, capítulo 3, versículo 6, en el episodio de la zarza ardiendo, donde se apoya para mostrarles que para Dios no existe límite alguno. Es el Señor de la Vida y de la Muerte. Y concluye la perícopa con con la opinión de quienes habían presenciado el planteamiento saduceo y la respuesta de Jesús: 'Y la gente que estaba escuchando se quedó admirada de su enseñanza'. O sea, que con su actitud, tal como nos la transmite Mateo, lo reforzaron ante sus interlocutores y ante todo el pueblo, porque presumiblemente, este episodio lo contaría cada uno a sus convecinos.
Para ilustrar este episodio de los saduceos, apoyándose en la Ley del Levirato, he acudido a unos cuadros que hacen referencia a la aplicación de esta Ley. Se trata del Libro de Ruth. Ella, moabita y viuda, marcha con su suegra Noemí, viuda a su vez, que vuelve a su pueblo de procedencia: Belén. Allí entra a trabajar en casa de un agricultor adinerado, Booz, pariente de Noemí, que apoyándose en la Ley mencionada se casa con Ruth. Del hijo que tendrán, Obed, nacerá el rey David. (Obed engendró a Jesé, y éste engendró a David). Es un Libro corto, apenas con cuatro capítulos, pero encantador. Alguna película se ha hecho con este tema.
Pero aún quedaba para Jesús alguna cosa más para esos días tan críticos.