JESÚS DA PODER A LOS APÓSTOLES PARA EXPULSAR DEMONIOS.-JAMES TISSOT.-S. XIX
Sus coetáneos lo presenciaron, y así como para algunos de ellos eran cosas ‘de Beelzebul’ (‘Por el poder de Beelzebul , príncipe de los demonios, expulsa éste los demonios…’. Lc. 11, 15), para la mayoría del pueblo eran unos signos que les hacían intuir, cuanto menos, que Jesús era un Profeta. Pero había otras personas, quizá la mayoría, que se daban cuenta de lo que realmente estaban presenciando. (‘Rabí, tú eres el Hijo de Dios. Tú eres el Rey de Israel…’ Jn. 1,49). Esto último lo dijo Natanael, que posteriormente fue uno de sus discípulos. Según la tradición se identifica su nombre con el de Bartolomé.
Me estoy refiriendo a los milagros, actuaciones de Jesucristo que lo acompañaron a lo largo de toda su vida pública. Cada vez que hacía alguno de ellos siempre era movido por la compasión, por su solidaridad con quienes se encontraban afectados por la enfermedad, por la muerte (devolviéndolos a la vida) o hacia los poseídos por demonios.
Echando un vistazo a la Historia del Arte religioso, concretamente al aspecto referido al Salvador, este tema que ahora nos ocupa ha protagonizado la inspiración en la mente artística de los autores de no pocos cuadros, en los cuales volcaban su visión, sus maneras y sus técnicas a la hora de plasmar el milagro por el que se habían sentido especialmente sensibilizados. La conversión de María Magdalena, ‘de la cual habían salido siete demonios’ (Lc. 8, 1-2), acaso sea uno de los pasajes menos conocido.
Los milagros voy a intentar presentarlos desde los aspectos indicados arriba, según por lo que podríamos llamarlos ‘tipos’ o ‘clases’: expulsión de demonios, resurrección de muertos y curación de enfermedades. En esta entrada nos detendremos en estos primeros.
Uno de los primeros que nos relatan los Evangelios es el ocurrido en Cafarnaúm, ciudad de mucha importancia, situada a orillas del mar de Tiberíades, y desde la que podríamos decir que desde ella partió el centro de su ministerio. San Marcos nos lo relata de la siguiente manera:
‘Llegaron a Cafarnaúm y el día de sábado entrando en la sinagoga, enseñaba. Se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Hallándose en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Te conozco; tú eres el Santo de Dios. Jesús le mandó: Cállate y sal de él. El espíritu impuro, agitándole violentamente, dio un fuerte grito y salió de él. Quedáronse todos estupefactos, diciéndose unos a otros: ¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los espíritus impuros y le obedecen. Se extendió su fama por doquiera en todas las regiones limítrofes de Galilea’. (Mc. 1, 21-28). Esta perícopa la recoge también San Lucas en Lc. 4, 31-37.
Se está viendo que esta forma de proceder y de ser obedecido por los demonios (dice: ‘Qué hay entre ti y nosotros…’, luego parece ser que había varios) llamó poderosamente la atención de cuantos presenciaron este milagro y fue lo hoy podríamos llamar una excelente ‘tarjeta de presentación’ para estas gentes que no estaban acostumbrados a nada que no fuese la rutina de cada día.
Pero no fue este el único caso de este tipo de milagros como vamos a ver. El tiempo pasaba, su predicación llegaba a lo más íntimo de sus oyentes y su fama se extendía por todas los territorios por donde pasaba. Quienes le oían y presenciaban sus milagros, no cesaban de comunicarlo a otras gentes, fuesen amigos, familiares o conocidos. Y todos querían presenciar estas cosas que jamás habían podido imaginar.
Así surgió una nueva ocasión de expulsar demonios de personas poseídas. San Mateo nos lo relata: ‘Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y lo curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. Se maravillaron todas las muchedumbres y decían: ¿No será éste el Hijo de David? Pero los fariseos que esto oyeron, dijeron: Este no e cha a los demonios sino por el poder de Beelcebul, príncipe de los demonios’. (Mt. 12, 22-24).
Les Très Riches Heures du Duc de Berry.-S. XV
No es difícil, sabiendo nosotros quién era realmente Jesús, que nos demos cuenta lo ‘largo’ que era, es decir, que sabía intuir anticipadamente incluso, los pensamientos de quienes intentaban combatirlo y ridiculizarlo. No se arredró por ello. Por lo que no tardó en llegar su respuesta: ‘Penetrando Él sus pensamientos, les dijo: Todo reino en sí dividido será desolado, y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás está dividido contra sí; ¿cómo, pues, subsistirá su reino? Y si yo arrojo a los demonios por el poder de Beelcebul, ¿con qué poder los arrojan vuestros hijos? Por eso serán ellos vuestros jueces. Mas si yo arrojo los demonios con el espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios’. (Mt. 12, 25-28).
Lógicamente, no hubo respuesta. No podía haberla. Los cazadores resultados cazados por su propia palabrería y verborrea sin argumento válido alguno.
Su actividad apostólica y evangelizadora continuaba y se le presentaban más casos. No se trata aquí de ser exhaustivos y presentar todos los casos que los evangelios relatan , pero sí me perece conveniente presentar el caso que acaso sea más conocido. Me refiero a los dos endemoniados de Gerasa. Centrémonos en el relato de Mateo.
‘Llegado a la otra orilla, a la región de los gírasenos, salieron a su encuentro de entre los sepulcros dos endemoniados. Eran tan agresivos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: -¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?- A cierta distancia de allí, había una gran piara de cerdos hozando; y los demonios le rogaban: -Si nos echas, envíanos a la piara de cerdos-. Jesús les dijo: -Id. Ellos salieron y se metieron en los cerdos; de pronto, toda la piara se lanzó al lago por el precipicio y los cerdos murieron ahogados. Los porquerizos huyeron a la ciudad y lo contaron todo, incluso lo de los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, y cuando le vieron, le rogaron que se marchara de su territorio’. (Mt. 8, 28-34).
Bueno. Esto es lo que nos relatan los Evangelios. En Mc. 5, 1-20 y en Lc. 8, 26-39, también se puede leer este pasaje. Me llama la atención en el relato de este último evangelista, que al preguntarle Jesús al demonio por su nombre, éste le respondiera: ‘Legión’. Y luego aclara el texto: ‘Porque habían entrado en él muchos demonios’. Sacando de las lecturas de los sinópticos, así como en el de San Juan, los mismos episodios, podemos ver la riqueza expositiva que contienen y eso nos hace conocerlos mejor.
Pienso que la actuación de Jesucristo en todos los casos de expulsión de demonios dejaba bien claro Quién era. Las gentes que le seguían y contemplaban cuanto hacía y su predicación lo tenía claro. Nosotros, aquí y ahora, en pleno siglo XXI, también lo tenemos claro. Al menos cuantos hemos abrazado su doctrina e intentamos seguirle procurando seguir sus caminos y cumplir su voluntad, si bien, también en pleno siglo XXI, se le continúa combatiendo y persiguiendo. No obstante, San Pablo nos expone la realidad: ‘Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre, para que al nombre de Jesús doble la rodilla todo lo que hay en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre’. (Fil. 2, 9-11).
ADORACIÓN DEL NOMBRE DE CRISTO.-EL GRECO.-MANIERISMO
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