EN CASA DE MARTA Y MARÍA.-HENRYK SEMIRADSKY.-S.XIX
Así como en la entrada anterior planteaba la conveniencia de conocer algo de la tierra donde Jesús desarrolló toda su actividad evangelizadora, pienso que también es conveniente ir planteando, poco a poco, una serie de temas que aunque se vayan exponiendo de forma aparentemente aislada, no es así, ya que lo que pretendo es que el Arte nos haga una presentación monográfica de estos temas para posteriormente, cuando continuemos viendo el desarrollo de la vida de Jesucristo globalmente, según los cuatro Evangelios y desde el prisma del Arte, podamos hacer un mejor seguimiento de los protagonistas de los temas que se vayan presentando.
Otro de los temas que voy a exponer en esta entrada es el de las personas que tuvieron alguna importancia o fueron significativos bien en su vida, bien en su actuación pública. A cada uno de ellos he procurado ponerle un calificativo, no sé si acertado o no, que sintetice su actuación en lo que a su relación con el Redentor se refiere.
En esa actuación de cara a las gentes era normal que destrozara los esquemas que los componentes de la sociedad de su tiempo, especialmente los sacerdotes, los fariseos, los escribas y gentes teóricamente impolutos, perfectos, sin mancha alguna, porque aquello de ‘no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores’ (Mt. 9, 13), o ‘no necesitan médico los sanos, sino los enfermos’ (Mt. 9, 12), les hacían chirriar los oídos y la forma que tenían de interpretar la Ley.
Independientemente de que estos personajes, se pongan en esta entrada de forma necesariamente sucinta, habrá que dedicarles tal vez un espacio concreto en alguna de las entradas posteriores por la importancia o especial relevancia que tuvieron en la vida del salvador alguno de ellos, como es el caso de María, la Virgen, su Madre.
A nivel personal, empezando por las individualidades, tenemos, por ejemplo a Zaqueo. De él destaco su conversión. Hombre de baja estatura, recaudador de impuestos en Jericó ‘y rico’ (Lc. 19, 2), andaba buscando ‘algo’ en su vida que no terminaba de darle la completa felicidad. Precisamente por esa búsqueda de algo mejor, cuando oyó hablar de que aquel rabí llamado Jesús, al que seguía muchísima gente para oírle hablar cuando exponía sus criterios doctrinales y morales, llegaba a su ciudad, no dudó en aprovechar aquella ocasión que se le presentaba.
Acudió a esperarlo por el camino que tenía que pasar y para que nada ni nadie le impidiese verlo, se subió a un sicómoro. Lo que menos podía esperar es que cuando estuvo frente a él levantase la mirada donde estaba y le dijese muy claro: ‘Zaqueo. Baja pronto porque hoy me hospedaré en tu casa’. (Lc.19, 5). Inaudito. Pero al pobre Zaqueo la faltaban piernas para correr a prepararlo todo. Después…la comida, el diálogo, los interrogantes y, ¡por fin!, la reacción: ‘Señor. Doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado en algo, le devuelvo el cuádruplo’.
¿Se imaginan la sonrisa de Jesús cuando oyó esta exposición de buenas voluntades? No sé si se levantaría y le daría un abrazo, pero lo que sí sabemos es lo que respondió: ‘Díjole Jesús: Hoy ha venido la salud a tu casa, por cuanto éste es también hijo de Abraham; pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido’. (Lc. 19, 8-10). Según una leyenda cristiana, fue seguidor de Pedro.
Otro personaje que también andaba buscando algo honradamente era Nicodemo. Su búsqueda de la verdad es lo que le impulsó a dialogar con Jesús. Aunque ya fue el protagonista de una entrada, pienso que debo mencionarlo brevemente aquí. Era fariseo, príncipe de los judíos. Formaba parte del Sanedrín, si bien no estaba contaminado de la forma de ser de la mayor parte de sus componentes. Fue uno de los principales del pueblo que, si bien tímidamente al principio, se tomo en serio a Jesús. Veía en aquel hombre Alguien en el que había algo más que una simple persona. ¿Un profeta? Quizá, pero su búsqueda le condujo a visitarlo de noche para que sus compañeros de Sanedrín, a los que ya empezaba a caerles mal el Salvador, no se enterasen. ¿Para qué tener que dar explicaciones de algo que era absolutamente privativo suyo?
NICODEMO Y JESÚS.-CRIJN HENDRICKSZ.-S. XVII
Llegó la entrevista y también llegó el diálogo, los planteamientos y las resoluciones. Nicodemo le defendió posteriormente ante los fariseos cuando enviaron a los alguaciles a que le trajeran. ‘Les dijo Nicodemo, el que había ido antes a Él, que era uno de ellos: ¿Acaso nuestra Ley condena a un hombre antes de oírle y sin averiguar lo que hizo? (Jn. 7, 50-51). Posteriormente colaboró en el entierro de Jesucristo: ‘Llegó Nicodemo, el mismo que había venido a Él de noche al principio, y trajo una mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras’. (Jn. 19, 39).
También nos presentan los Evangelios otro hombre, José de Arimatea, cuya característica pienso que se puede sintetizar con su fidelidad al Maestro, también era adinerado o rico (Mt. 27, 57) y perteneció al Sanedrín como miembro ilustre del mismo (Mc. 15, 43), y aunque aparece en muy contadas ocasiones en ellos, concretamente dentro del contexto de la pasión y muerte de Jesús, también dio la cara por Él (‘no había dado su asentimiento a la resolución y a los actos de aquellos’, según Lc.23, 51) y también presentándose a Pilatos para pedirle el cuerpo del Crucificado. (Lc. 23, 52).
Después, lo condujeron a depositarlo en la tumba que el propio José tenía para él: ‘El, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, y que había sido excavado en la peña’, (Mt. 27, 59-60). Nadie podía imaginar que lo usaría solamente muy poco tiempo, ya que en la madrugada del tercer día se produjo el mayor acontecimiento de la historia de la Humanidad: LA RESURRECCIÓN.
En Betania, lugar situado en la ladera oriental del monte de los Olivos, cerca de Jerusalén, vivía una familia compuesta de tres hermanos: Marta, María y Lázaro. La amistad creo que es lo mejor que les encaja con Jesús, el cual acudía con alguna frecuencia, a su casa, lo cual hace suponer que existía una cierta amistad y afecto entre ellos.
Lázaro aparece solamente en el Evangelio de Juan. En cambio de sus hermanas dice algo más. Referente a Marta nos la presenta como afanosa y responsable en las tareas cotidianas de la casa: ‘Marta andaba afanada en los muchos cuidados del servicio’. De María en cambio nos hacen ver su carácter contemplativo: ‘María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra’ (Lc. 10, 38-42), aunque le dijo abiertamente a Jesús que no hubiese muerto su hermano si Él se hubiese encontrado allí, acaso por la mucha confianza que había entre los tres hermanos y el Maestro. (Jn. 11, 32).
De Lázaro apenas se cuenta nada en los evangelios. San juan nos relata que al morir, fue resucitado por Jesucristo. Parece que se le nombre por lo que le dijo a Marta: ‘¿No te he dicho que si creyeres verás la gloria de Dios?’ (Jn. 11, 40). Lo cierto es que solamente se le nombra en ese pasaje como protagonista y destinatario de uno de los milagros más sonados de su amigo Jesús.
Un último personaje, por hoy. Acaso sea el más desagradable de todos, pero tuvo una gran importancia en lo que se refiere a su comportamiento entre los discípulos y con el Maestro. Me estoy refiriendo a Judas Iscariote. La traición y la avaricia me parece que es lo que mejor le encaja. Él llevaba la bolsa común del grupo y, a decir de San Juan, robaba de ella: ‘Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que había de entregarle, dijo: ¿Por qué este ungüento no se vendió por trescientos denarios y se dio a los pobres? Esto decía, no por amor a los pobres, sino porque era ladrón, y, llevando él la bolsa, hurtaba de lo que en ella echaban’. (Jn. 12, 4-6).
Su codicia, y acaso por no encontrar lo que realmente esperaba de Jesucristo (un mesianismo materialista del esperaba acaso sacar provecho), le llevó en su despecho a tramar su entrega a los sumos sacerdotes y a los fariseos: ‘Entonces se fue uno de los doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes y les dijo: ¿Qué me dais y os le entrego? Se convinieron en treinta piezas de plata, y desde entonces buscaba ocasión para entregarle’. (Mt. 26, 14-16).
Esta llegó después de la Cena de despedida con sus amigos. ‘Judas, tomando la cohorte y los alguaciles de los pontífices y fariseos, vino allí (al huerto de los Olivos) con linternas, hachas y armas’ (Jn. 18, 2-3). No obstante, Mateo nos relata el alevoso detalle que tuvo con Jesús para entregarle: ‘El que iba a entregarle, les dio una señal, diciendo: Aquel a quien yo besare, ese es. Prendedle.’ (Mt. 26, 48), con lo cual consumó si ignominia.
Después vino su arrepentimiento cuando vio la condena y volvió a los sacerdotes a devolver el dinero de su traición, que no le tomaron. Ya era tarde. Sigue diciendo Mateo: ‘Viendo Judas, el que le había entregado, cómo era condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes…Y arrojando las monedas de plata en el templo, se retiró, fue y se ahorcó.’ (Mt. 27, 3-5).
Así es como los artistas han visto y concebido los diferentes personajes arriba expuestos. La próxima entrada tocaremos la segunda parte de este tema: el referido a las mujeres, si bien aún quedan algunos hombres que también añadiré. Les dejo con algún cuadro más.
ZAQUEO.-LUIS BARRAGÁN.-S. XX
NICODEMO SOSTIENE A CRISTO.-MICHELANGELO.-RENACIMIENTO
JOSÉ DE ARIMATEA.-PIETER COECKE VAN AELST.-RENACIMIENTO
CON MARTA Y MARÍA.-TINTORETTO.-RENACIMIENTO
REMORDIMIENTO DE JUDAS.-EDWARD ARMITAGE.-S. XIX
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