RESURRECCIÓN DE LÁZARO.-SEBASTIEN BOURDON.-BARROCO |
Ya hemos visto en las dos entradas anteriores cómo la oración ocupa un lugar fundamental en la vida de Jesucristo. Incluso se puede observar cómo disfrutaba con ella al hablar con su Padre. Pero ahora, permítanme que me traslade a nuestra propia situación personal. ¿Alguna vez se han visto en la situación de que al orar, no solamente han podido encontrar una posible aridez, acaso motivada por por algún problema realmente angustioso para nosotros, que nos envuelve y quizá nos haya podido obsesionar, bloqueando la relación con nuestro Padre? Les aseguro que personalmente la he vivido varias veces y no se lo doy a pasar a nadie. Me he atrevido a ponerles este interrogante no para que me respondan, por supuesto, sino porque me ha parecido conveniente para que entendamos algo mejor esta situación de Jesús en momentos concretos de su oración al Padre.
En esta entrada seguiremos viendo nuevos aspectos de la oración que hacía nuestro Redentor, incluyendo momentos amargos, feroces, desesperados,...en algunos casos. La naturalidad que tiene para comunicarse con su Padre también la manifiesta al enseñar el rezo del Padrenuestro con sencillez y espontaneidad, como vimos en la entrada anterior.
TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS EN EL MONTE TABOR.-JAMES TISSOT.-S. XIX - XX
Al contrario: 'Cada vez se extendía más su fama y concurrían numerosas muchedumbres para oírle y ser curados de sus enfermedades, pero Él se retiraba a lugares solitarios y se daba a la oración'. (Lc. 5, 15-16). Y en otra ocasión permitía que le acompañaran algunos de sus amigos, como en el caso ocurrido en el monte Tabor: 'Aconteció como unos ocho días después de estos discursos que, tomando a Pedro, a Juan y a Santiago, subió a un monte a orar. Mientras oraba el aspecto de su rostro se transformó, su vestido se volvió blanco y resplandeciente...' (Lc. 9, 28-29).
Tan importante era la comunicación con su Padre en la oración, que en una ocasión, cuando los
discípulos le indicaron que comiera, les dio una respuesta preciosa. Veamos este momento que no tiene ningún desperdicio: 'Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: -Rabí, come. Él les dijo: -Yo tengo una comida que vosotros no conocéis. JESÚS EN ORACIÓN.-DEL PARSON.-S. XX.
Los discípulos se decían unos a otros: -¿Acaso alguien le ha traído de comer? Jesús les dijo: -Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra'. (Jn. 4, 31-34).
Siempre buscaba la voluntad del Padre, eje y motor de su existencia y de su labor, para hacerla realidad fielmente, sin concesiones a nadie ni a nada y aceptando su voluntad con una confianza absoluta, hasta en los momentos más crudos, amargos y difíciles de su existencia, como veremos más adelante. Oración y vida caminaban en Él conjuntamente. Su vida era una oración permanente y su oración era la vida que necesitaba para llevar a término la misión encomendada por su Padre. ¿Cómo nos podría extrañar que, como hemos visto más arriba, antes de la realización de cualquier hecho importante, levantase sus ojos al cielo y orase, aunque fuera de forma breve?
E incluso hemos de decir que su oración era en ocasiones de intercesión. Se preocupaba de los que estaban a su alrededor. En concreto reza por su amigo Pedro según consta en los Evangelios: 'Simón, Simón. mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como el trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos'. (Lc. 22, 31-32).
No sería descabellado pensar que pudiese pedir al Padre por alguien más. En concreto, el Evangelio joánico nos muestra una clara petición por sus discípulos.
QUO VADIS, DOMINE?.-ANNIBALE CARRACCI.-BARROCO
Es lo que conocemos como la oración sacerdotal de Jesús. Personalmente creo que es uno de los pasajes más hermosos que ha escrito San Juan. Debió quedar profundamente impresionado por aquel momento, pues era despedida y quería dejarlos encomendados a quien lo había enviado. Jesús ve cercano ya, inminente, el momento de su partida y el camino que debe atravesar. Tres años con ellos crean un cariño, un afecto, que le impulsa a pedir al Padre por ellos. Aun a riesgo de que sea algo largo (y no me gusta poner fragmento evangélicos largos) voy a hacer una excepción en este caso. Discúlpenme, pero creo que vale la pena. Veamos:
'He manifestado tu nombre a los hombres que de este mundo me has dado. Tuyos eran, y tú me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora saben que todo cuanto me diste viene de ti; porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las recibieron y conocieron verdaderamente que yo salí de ti, y creyeron que tú me has enviado.
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo sino por los que tu me diste, porque son tuyos, y todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío, y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo; pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.
CRISTO ANTE EL MAR DE GALILEA.-VASILY POLENOV.-REALISMO |
Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo conservaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora yo voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal.. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me santifico yo, para que también sean santificados en la verdad. (Jn. 17, 6-19).
JESÚS INSTITUYE LA EUCARISTÍA.-CORBERT GAUTHIER.-CONTEMPORÁNEO
Y no se limita a sus camaradas de ese momento, sino que también dedica una petición para cuantos le conozcan en el transcurso de la Historia de la Humanidad y de la Iglesia: 'Pero no ruego sólo por éstos, sino por cuantos crean en mí por su palabra, para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos estén en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado'. (Jn. 17, 20-21). Leyendo estas palabras y penetrando en el corazón de las mismas, en el mensaje que transmiten, en su significado profundo, es difícil permanecer insensibles y no darse por aludidos, porque esa oración va directa al corazón de cada uno de los cristianos del siglo XXI.
AGONÍA EN GETSEMANÍ.-DANNY HAHLBOHM.-S. XX - XXI |
La oración se interrumpe aquí, pero sólo momentáneamente. Terminada la cena, instituidos la Eucaristía y el Sacerdocio Ministerial, marchan, como otras tantas veces, a Getsemaní, sin que los discípulos pudieran sospechar cuanto iba a desarrollarse a partir de ahora. En ese lugar, los olivos serán mudos testigos de la oración más dolorosa y cruel de cuantas ha hecho. Es a la que me refería al principio de esta entrada.
Era llegado el momento. Separa del grupo a Pedro, Santiago y Juan y se alejan un poco más adelante. Necesita ayuda y la pide a los que han sido más cercanos a Él. 'Llegado al sitio, les dijo: -Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Y adelantándose un poco se postró sobre su rostro, orando y diciendo: -Padre. Si es posible aparta de mí este cáliz, pero no haga mi voluntad, sino la tuya'. (Mt. 26, 37-39).
Es muy sencillo leer estas tres líneas por su brevedad, pero no lo es tanto en lo que al contenido se refiere. Después de dejar a los tres apóstoles y arrodillarse, debió entrar en la meditación de lo que de lo que suponía lo que iba a suceder al poco tiempo. Como Hombre es posible que temblara y el lógico temor de los momentos que se avecinaban le hizo suplicar al "Abbá" que le evitase ese trago tan amargo. Pero también el Hombre supo rehacerse y ver la realidad. Se acerca a sus amigos y los encuentra dormidos. Supo que estaba sólo ante el Padre, ante la Historia, ante la Redención,...
AGONÍA EN GETSEMANÍ.-ANDREA MANTEGNA.-RENACIMIENTO. c. 1470 |
Necesitaba la oración que tantas veces había puesto en práctica, pero jamás con la intensidad de este momento trascendental, cruel y difícil. Muchas veces he oído preguntar a varios cristianos dónde estaba el Padre en esos momentos tan difíciles. Incluso hablaban del 'silencio de Dios'. Pero no. El Padre también estaba allí. Tal vez no hablara, pero actuó: 'Se le apareció un ángel del cielo que le confortaba'. (Lc. 22, 43). Es que ése no era el momento del Padre. Era el momento del Hijo, sólo que 'lleno de angustia oraba con más intensidad; y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra'. (Lc. 22, 44). Sí. Su protagonismo era absoluto. Toda la Humanidad, desde la creación del hombre hasta la que vivirá el tiempo de la consumación de los siglos, estaba allí presente, con los nombres y apellidos de cada uno, en su oración, en su corazón y en los terribles momentos que seguirían después.
Pero aunque parezca increíble, su oración no termina ahí. No constan en los relatos evangélicos si oró el tiempo que duró desde su prendimiento hasta que llegó al monte Calvario, pero sí que cita otra increíble oración de intercesión para cualquier persona, pero no para Jesús: pidió por quienes lo habían crucificado y por quienes lo estaban insultando, riéndose y haciendo mofa de su dolor y sufrimiento: 'Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen'. (Lc. 23, 34).
SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIACIÓN.-EL CACHORRO, DE SEVILLA.-FRANCISCO RUIZ GIJÓ.-S. XVII - XVIII
Pues no. ¡Claro que no! El Padre no le había abandonado. ¿Cómo iba a hacerlo? Pero era el momento de las tinieblas. Su grito seguro que llegó hasta el Padre, pero su Hijo estaba cumpliendo con lo anunciado por los profetas siglos atrás. Era la culminación de los tiempos. Era la Redención infinita que se estaba abriendo paso hacia la salvación de la Humanidad. Era la antesala del triunfo del Bien y de la Gracia sobre el mal y el pecado que se iba a producir tres días después en su Resurrección.
Cuando ya no pudo más, su oración se hizo entrega y abandono sobre el regazo del Padre: 'Entonces Jesús lanzó un grito y dijo: -Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Y dicho ésto, expiró'. (Lc, 23, 46). Fue su último diálogo con el Padre. Su vida humana finalizó con la oración en sus labios. La entrega y dedicación que había tenido en su existencia, especialmente los últimos tres años de su vida, culminaban, precisamente, con una oración.
CRUCIFIXIÓN DE CRISTO.-PEDRO PABLO RUBENS.-BARROCO |
No tengo estudios superiores de Sagradas Escrituras, de Cristología ni nada semejante, pero desde mi Fe he intentado presentar lo que fue y supuso la oración para Jesús de Nazaret durante toda su vida, pero Él ha sido y continua siendo quien más u mejor me ha enseñado a orar a mí y a toda mi familia. Laudetur Iesus Christus.
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