EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO.-REMBRANDT.-BARROCO
A pesar de haber dado por finalizado el tema del 'hijo pródigo', vuelvo a tocarlo si bien de una manera muy breve. Verán ustedes: Del tema de la parábola nada más debo añadir, pero en cuanto al aspecto del Arte, sí, porque existe un cuadro sobre este tema que sería imperdonable no citarlo, tanto por su autor (nada menos que Rembrandt Harmenszoon van Rijn) como por su envergadura artística y cristiana. Una de las veces que más he lamentado no tener más conocimientos sobre el Arte, es éste, porque aunque desde siempre me ha impresionado la forma de tratar el tema que nos ocupa, desde que un amigo pintor me aconsejó que leyera un libro sobre este cuadro (realmente para mí fue una auténtica meditación en varias etapas, desmenuzando los detalles que Rembrandt nos transmite), mi visión del padre y de los dos hermanos de la parábola cambiaron radicalmente.
El cuadro ya lo han visto al comienzo de la entrada. Desde mi punto de vista como cristiano y como amante del Arte, pienso que tal vez sea este pintor quien más finamente ha captado la acogida del hijo pródigo en su regreso al hogar paterno. En él ha empleado la técnica del claroscuro, del tenebrismo propio del barroco. Entrando ya en su descripción, el cuadro presenta dos partes perfectamente diferenciadas, tanto por el espacio que ocupan los personajes como por la actitud de cada uno de ellos.
Mirándolo de frente, la parte izquierda la ocupan el padre y su hijo menor, a quien acoge en un cálido abrazo, manifestado en la postura de las manos sobre sus hombros y la inclinación hacia el muchacho que permanece arrodillado en actitud de arrepentimiento y de vergüenza por lo que ha hecho, con su cabeza mansamente apoyada sobre el corazón paterno.
Al principio de la primera entrada de este tema comentaba, concretamente en el segundo párrafo, 'la actitud paterna y tal vez materna, como diré más adelante), al acoger a su hijo. Pues bien. Es el momento de explicar por qué hice este comentario. Está claro que Dios es un Espíritu Purísimo y todos sus atributos son infinitos. Cuando creó el género humano lo hizo diferenciando la primera pareja en hombre y mujer, dotándolos, en general, de las mismas características, si bien la manera de manifestarse eran diferentes según fuese el hombre o la mujer, lo cual les hacía complementarse. La forma de manifestar el cariño hacia el esposo por parte de la esposa es diferente de la forma de manifestarlo el esposo hacia su esposa. El cariño es el mismo, pero su manifestación difiere algo, en general. Pues bien, cuando hablaba de la actitud materna de Dios, no es que me refiero a Él como 'mujer' ni tampoco como 'hombre', sino que el rasgo de acogida del padre tiene mucho de la ternura de cualquier madre cuando abraza a su pequeñín.
Hecha eta aclaración, vamos a fijarnos en las manos del padre posadas en la espalda de su hijo en una acogida absolutamente cariñosa, pero si nos fijamos en ellas, veremos que en ese punto se centra la máxima luz del cuadro. Simbolizan la acogida y el perdón del padre. Dando un paso más, observamos que las manos no son iguales: la izquierda muestra una mano fuerte, dura, como encallecida, con dedos aparentemente más cortos y gruesos que los de la mano derecha, testigos del trabajo de toda una vida.
Está cubriendo prácticamente todo el hombro de su hijo e incluso puede apreciarse en el dedo pulgar una presión, una fuerza. Se diría que desea transmitir un mensaje: 'Este es mi hijo. Lo he recuperado. No se ha perdido. Ha vuelto a casa'. (Esto me recuerda el mensaje del Padre-Dios en el bautismo de Jesús y en su transfiguración en el Tabor: 'Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco'.)
En cambio, si nos fijamos en la mano derecha, veremos que presenta unas diferencias. En principio aparece como más alargada, y los dedos son como aparentemente más largos, fino y delicados. ¿Podríamos decir que podría ser una mano femenina? No ejerce la misma presión que la mano izquierda. ¿Nos atreveríamos a decir que Rembrandt, teniendo en cuenta el texto evangélico y que Jesús está presentando a Dios como el Padre que acoge a todo pecador que acude a Él dispuesto a perdonarle todos su pecados, 'aunque sean como la grana, para blanquearlos como la nieve' (Is. 1, 18), desea presentar la acogida y el perdón con los sentimientos de un padre y la ternura de una madre...?
Cambiamos a la otra parte del cuadro. A la derecha aparece la figura del hermano mayor. De pie, hierático,mirando sin ver (¿dónde miran sus ojos, al hermano arrepentido o al vacío?), alejado de lo que está presenciando, indiferente ante la acogida del padre hacia su hermano. Su rostro permanece ligeramente iluminado como indicando qué personaje representa. Sus manos son portadoras de un bastón como signo de autoridad, pero con su actitud parece indicar su ausencia e indiferencia ante lo que está viendo.
Estas observaciones y muchas más, las aprendí a ver en la lectura de un libro que exclusivamente comenta este cuadro y, francamente, me hizo mucho bien. Cuando Henry J. M. Nouwen lo escribió, pienso que no imaginaba el bien que iba a hacer, porque todo el libro es una meditación continua con abundantes comparaciones con la vida de todo cristiano. Pero así ha sido, porque a todos mis amigos que lo han leído les ha producido algún efecto y han quedado muy bien impresionados. Y del pintor, ¿qué se puede decir? Quizá cuando lo pintó estuvo plasmando las emociones y sentimientos que sintió cuando profundizó en el sentido de la parábola. Y...ahí quedó el cuadro: para el Arte y para nosotros.
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