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arte

Violencia y misericordia. Pecado y perdón (II) 29-octubre-2013

Posted by Caminante y peregrino

MUJER ADÚLTERA PRESENTADA A JESÚS.-EL VERONÉS.-RENACIMIENTO
   El tema de la mujer adúltera lo comencé en la entrada anterior planteando unas generalidades. Ahora voy a finalizarlo intentando profundizar en su contenido, analizando situaciones y personas, pero con la ayuda inestimable del Evangelio de Juan, único evangelista que lo cita, y con la aportación que hace el Arte sobre este asunto.
    En la entrada anterior vimos cómo según los pintores y las épocas que vivieron, pueden haber elegido uno de los aspectos que comentábamos para sus cuadros respectivos. He procurado poner algunos cuadros más de los tres aspectos citados anteriormente de los diferentes lugares existentes en los que he podido entrar a través de internet. Veamos el relato intentando analizarlo desde el prisma de cada una de esas partes. En el apartado a) , presentación del hecho, podemos ver lo siguiente:
   
'Jesús por su parte se fue al monte de los Olivos. Al amanecer estaba ya en el Templo; toda la gente acudía a Él, y Él se sentaba para enseñarles. Los maestros de la Ley y los fariseos le trajeron una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La colocaron en medio y le dijeron: -Maestro, esta mujer es una adúltera y ha sido sorprendida en el acto. En un caso como éste la Ley de Moisés ordena matar a pedradas a la mujer. ¿Tú qué dices?' (Jn. 8, 1-5).
MUJER ADÚLTERA.-REMBRANDT.-BARROCO
    Amigos, el tema está servido. Vemos que Jesús se había retirado al monte de los Olivos. Muy probablemente a orar y también a descansar. Pero su labor le esperaba y no faltó a ella. En cuanto apareció por el Templo la gente acudió a oír su enseñanza como era habitual. Al menos así se desprende del relato: 'toda la gente' indica que, al menos, tenía mucho auditorio. Incluso parece ser que conocían la hora aproximada que tenía que acudir al lugar sagrado de forma habitual.
    Precisamente en ese instante, con abundantes testigos de sus supuestos seguidores o de personas que estaban abiertas a sus palabras, comienza a desarrollarse la acción, que no tiene desperdicio. Fíjense en la forma que Juan lo relata: Eran los fariseos y los maestros de la Ley (sus eternos antagonistas) los que se dirigen a Jesús y le dicen a bocajarro, poniendo una mujer frente a Él, que ha sido sorprendida en 'flagrante' adulterio. ¡Caramba! ¿Cómo sabían ellos el momento en que iba a cometer semejante pecado si una cosa de semejante calibre se hace en el más absoluto secreto y discreción por ambas partes? Eso puede significar mucho sobre la verdadera intención que tenían.  
'La colocaron en medio'. Si penetraron en el lugar donde se  consumaba el pecado, es de suponer que no le pedirían amablemente que marchase con ellos. También es de suponer que la cogieran de mala manera, semidesnuda, y así la presentaran a ella. Sometida, además, a una humillación pública. A quien estuviese CON ella, no. 

LORENZO LOTTO.-RENACIMIENTO
Ese no importaba aunque fuese tan pecador como la mujer.A fin de cuentas era varón y por lo visto todo le estaba permitido. ¿Estaría confabulado con quienes la cogieron, precisamente para que tuvieran el motivo que necesitaba para conseguir sus objetivos, en lo que al Maestro se refiere? 
    Si se dan cuenta, así le llaman cuando se dirigen a Él. ¿Realmente admitían su magisterio o le reconocían alguna autoridad? Pienso que no. El motivo de llamarle así podría ser que , al estar tan seguros de la culpabilidad de la mujer (que la tenía), esperaban el veredicto de Jesús que según cual fuese, positivo o negativo, lo tenían cogido con absoluta seguridad.Sí, porque si decía en su 'veredicto' que debía cumplirse la Ley mosaica y, por tanto, lapidarla, el ataque sería ahora para Él: ¿Dónde está la misericordia que predicaba? ¿Y el perdón de los pecadores? Su amistad con ellos quedaría en entredicho. 
La sentencia que pronunciase, los acusadores de la mujer la volverían contra el mismo Jesús, a quien querían presentar como falso profeta. 
SALVADOR CORDERO.-S. XIX
Pero si su resolución se dirigía hacia el perdón, a que tuviese una nueva oportunidad, igualmente lo iban a acusar, aunque ahora sería para acusarle de ir contra la esencia de la Ley por la que se regía el pueblo israelita y dirían que la estaba pisoteando. ¿Tendrían preparado el calificativo de 'hereje' para aplicárselo? Así que les interesaba llamarle Maestro para que el pueblo que le escuchaba se desengañase al ver cómo sus 'autoridades' religiosas estaban en posesión de la verdad. No Él.
   Bruscamente, sin dar tiempo a ninguna reacción, le plantean la acusación y la sentencia, según la Ley de Israel. Estaba claro, ¿no? Entonces, ¿por qué no la cumplen sin la intervención de quien ellos llaman Maestro? O lo que es lo mismo: aquello apestaba a premeditación, a preparación de la situación, a jugar con una vida humana. ¿No es cierto?       
Pero no contaban con la envergadura de quien tenían ante sí, y con ello pasamos al segundo apartado, el b)  (el núcleo o desarrollo de la acción presentada). 

PIETER BRUEGHEL EL VIEJO.-RENACIMIENTO
El texto joánico dice:
    'Le hacían esta pregunta para ponerlo en dificultades y tener algo de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como ellos insistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: -Aquel de vosotros que no tenga pecado, que le arroje la primera piedra. Se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en el suelo'. (Jn. 8, 6-8).
    Continúan los detalles del evangelista. Como he dicho arriba, quieren ponérselo lo peor que puedan por las razones indicadas, pero ¿qué hizo Jesús? No cayó en la trampa tendida.
Aparentemente no les hizo ningún caso, porque 'se inclinó y se puso a escribir en el suelo con el dedo', como si se desentendiese de ellos, de la mujer acusada y de todos. 
LUCAS CRANACH EL VIEJO.-RENACIMIENTO
¿Realmente era así? Por supuesto que no y eso lo sabemos todos porque conocemos el contenido de la perícopa. Simplemente se dio tiempo a sí mismo, sin premuras, como su quisiera poner nerviosos a los acusadores. ¿Qué escribiría en el suelo con su dedo? Juan no nos ha transmitido su contenido, pero me temo que sería algo que tenía mucho que ver con todos los acusadores.
    Es de suponer que al no tener una respuesta inmediata e inclinarse a escribir, algunos, no pocos quizá, se inclinasen a leer lo que escribía y algo debieron sentir en su interior, porque cuando los jerifaltes le apremiaron a dar una respuesta, se encontraron con lo que no habrían pensado jamás en su existencia. La respuesta les convertía en sujetos de las palabras del Maestro: '-Aquel que de vosotros esté sin pecado, eche la primera piedra'.
   
Sonó como un trallazo. Si alguno la lanzaba, quedaba como impoluto a la vista de todos y ellos sabían que eso era lo contrario de lo que enseñaban en el Templo o en las sinagogas, puesto que todos se reconocían pecadores ante Yavéh. 
Valentin de Boulogne.-BARROCO
Ahora eran ellos los 'cogidos'. El hedor de sus pecados apestaba y empapaba el ambiente. El Maestro (nunca mejor empleado el adjetivo), siguió escribiendo en el suelo, probablemente enriqueciendo el texto ya escrito en el que,probablemente, se veían todos retratados. Y con esto pasamos a la última parte del texto:
    'Al oír estas palabras, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta que se quedó Jesús solo con la mujer, que seguía de pie junto a Él. Entonces se enderezó y le dijo: -Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? Ella contestó: -Ninguno, Señor. Y Jesús le dijo: -Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar'.
SEBASTIANO CONCA.-BARROCO
    Es curioso. Se retiraron 'comenzando por los más viejos', es decir, por los que más habían vivido, por los que más experiencia habían acumulado, por los que más y mejor, quizá, conocían la Ley y acaso más enconadamente querían humillar al Salvador. También los que estaban allí influenciados por los escribas y habían acudido para 'ayudar' a cumplir la sentencia. ahora se veían abandonados de sus líderes religiosos a quienes habían seguido y ahora veían cabizbajos, derrotados y sin argumentos para responder. El silencio era el protagonista, roto si acaso por el pequeño ruido de una piedra dejada caer con disimulo. Frente a la paja en el ojo de la mujer acusada se erguían las vigas de los ojos de los acusadores.
   
Está claro que en esta última parte del relato evangélico se distinguen a su vez dos partes: la referida a los acusadores, que ya he comentado, y la 'otra', la que contiene la auténtica sentencia del Maestro hacia la mujer acusada. Ya no había nadie. Solamente Jesús y la mujer frente a frente. Rota y destrozada ella. Acogedor y misericordioso, Él. Era el momento de la intimidad del perdón. 
William Hole .-S.XIX-XX
    Era el momento de la liberalización del pecado para el pecador. Las lágrimas de ella debieron ser ahora especiales, absolutamente distintas de las que llevaba cuando la echaron a los pies de Jesús pidiendo su muerte.  Ahora tenían el sabor de la vida que se le abría a partir de ese momento en un futuro prometedor por las sendas del bien.
    El rostro de Jesús sereno, pero acogedor, esperó la reacción de aquella mujer a la que acababa de salvar la vida a pesar de la Ley mosaica. 'Misericordia quiero, no sacrificios; conocimiento de Dios, no holocaustos' (Os. 6, 6). Jesús actualizaba y hacía realidad lo que en su día dijo el profeta Oseas. Ella lo oyó clarísimo como si se lo dijeran al oído. ¿Al oído? No. Al corazón. 
Sieger Köder.-S. XX
Y desde allí, en un murmullo apenas imperceptible, surgió la respuesta: 'Ninguno, Señor'. Él sonrió. Ahora es cuando la sentencia se transformaba en un gesto divino de perdón y misericordia, a la vez que en una recomendación le hacía ver la gravedad del pecado cometido, que ella captó y cumplió casi con absoluta seguridad la invitación del Señor a no pecar nunca más, aunque el Evangelio eso no lo dice. 
JAMES TISSOT.-S. XIX - XX
'Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas más a pecar'.Esa fue la acción del perdón de Jesús que impactó a Juan y le obligó a escribirla en su Evangelio, como una especia de homenaje a su amigo que, aunque no lo tenía físicamente junto a él, sabía que siempre lo acompañaba en espíritu.
    

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