Nicodemo.- 03-septiembre-2011
Posted byEn la vida pública de Jesús es obvio que trató con muchísimas personas. Nadie permanecía indiferente cuando le oía. Su palabra, a medida que iba surgiendo de su boca, necesariamente tenía que hacer nuevos planteamientos a su auditorio y, posiblemente, romper los esquemas de la concepción de la vida de muchos oyentes.
Uno de los casos más claros acaso sea el de los doce hombres que dejaron todo por seguirle y, a excepción de Juan, dar su vida por el Maestro. Sin embargo a medida que vamos siguiendo el desarrollo de los acontecimientos que nos narran los Evangelios, notamos que se detiene concretamente en algunos personajes.
Uno de ellos es Nicodemo. Este hombre era fariseo, miembro del Sanedrín y magistrado judío, según el Evangelio de Juan, el cual destaca que era ‘principal entre los judíos’. También debió oír a Jesús de Nazaret en alguna ocasión y, por lo que se deduce del texto joánico, que es el único evangelista que narra este episodio, debió replantearse muchas cosas como dice el texto. Veámoslo:
‘Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Se presentó a Jesús de noche y le dijo: ‘Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos, porque nadie puede realizar los signos que tú haces si Dios no está con él’. Jesús le respondió: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios’.
Nicodemo le contesta: ‘¿Cómo es posible que un hombre vuelva a nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?’ Respondió Jesús: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace del hombre es humano; lo nacido del Espíritu, es espiritual. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu’.
Respondió Nicodemo: ‘¿Cómo puede ser eso?’ Jesús le respondió: ‘Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio’. (Jn. 3, 1-11)
Nicodemo podría ser Maestro de la Ley, pero como conocedor de ella y testigo, probablemente de alguno o algunos de sus milagros, se daba perfecta cuenta que Jesús no era un hombre común, porque ‘nadie puede realizar los signos que tú haces si Dios no está con él'.
Su propia sinceridad y honradez le hace presentarse ente el Rabí que de alguna manera le había tocado su conciencia. Su limpieza de corazón le impulsa a buscar el diálogo, si bien de noche, tal vez por prudencia, ya que siendo miembro del Sanedrín evitaría así dar explicaciones, sin tener por qué darlas, a sus propios compañeros que habían demostrado ser contrarios a los planteamientos del Maestro.
De esta narración se desprende que Jesús debió acogerlo con afabilidad y agrado. Conocía (como tantas cosas) sus buenas intenciones. Y este diálogo debió desenvolverse agradablemente, sin apasionamiento ni discusión alguna y posiblemente con más interrogantes por parte de Nicodemo y respuestas de Jesucristo que el Evangelio no ha recogido, acaso porque fueran de menor importancia. Tampoco sabemos cómo fue la acogida de Jesús cuando se presentó ante Él para plantearle las dudas que tenía ni tampoco cómo fue la despedida. Pero se llegó al fondo de las cuestiones planteadas.
No obstante sí hay una cosa clara: Nicodemo quedó convencido. Aún más. Posteriormente aparece como discípulo suyo, como recoge Juan: ‘Llegó también Nicodemo, el que en una ocasión había ido a hablar con Jesús durante la noche, con unos treinta kilos de una mezcla de mirra y áloe’. (Jn. 19, 39). Esto era para el embalsamamiento de Jesús, según las costumbres judías.
En cuanto al Arte no hay muchos artistas que se hayan detenido en este personaje (al menos, yo he encontrado pocos), si bien algunos, como vemos, le dedicaron alguna pincelada e incluso lo presentan en la escena del descendimiento de Cristo de la cruz, como podemos observar en estos cuadros de Van der Weiden y de Caravaggio.
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