Los envió de dos en dos…-09-09-2012
Posted byJESÚS Y LOS DOCE.-MONASTERIO DE MONTSERRAT |
Aunque era bien entrada
la noche, Jesús no dormía. No podía. Humanas preocupaciones ocupaban plenamente
su pensamiento.
WILLIAM DYCE.-S. XIX
De todos su seguidores había elegido doce que le acompañarían
en su labor avangelizadora e iban a ser sus confidentes y colaboradores más
íntimos. Pero no era suficiente. Había mucho trabajo que hacer y su tiempo era
limitado. Tenía claro que esos doce amigos iban a continuar la obra para la que
había venido a ese mundo que Él creó con su Palabra, con la ayuda del Espíritu
que ‘aleteaba sobre la superficie de las aguas’ (Gen. 1, 2b),
pero eran numéricamente insuficientes. Si la llamada era para todos, todos
debían hacerse corresponsables para llevarla a cabo.
Al final, la
fatiga y el sueño, tan humanos los dos, hicieron acto de presencia y quedó
sumido en un sueño profundo. Y soñó. Soñó con una hermosa y verde pradera llena
de hombres y mujeres, con muchísimos niños, que sonreían felices a la vida que
se les presentaba abierta a los planes de su Padre común, el cual sonreía
contemplando cómo su plan primitivo cuando creó el mundo se hacía realidad.
CRISTO DE LA SONRISA.-ESCULTOR ANÓNIMO.-S. XV.-CASTILLO DE JAVIER |
La luz de un
alba dorada por los suaves rayos solares le volvió a la realidad. A la cruel y
dura realidad porque el problema con el que se durmió seguía latiendo en su
interior. Como siempre, se recogió en oración y se dirigió a su Padre en íntimo
y suave coloquio. Pasó un tiempo que nunca se podía conocer de cuánto fue,
porque cuando estaba con Él no existía. Era su mayor felicidad y no existía
prisa alguna. Pero cuando terminó, vinieron a su mente las palabras de
Jeremías: ‘El que dispersó a Israel le congrega de
nuevo y le protege como el pastor protege a su rebaño. Yavé ha libertado a
Jacob, le ha salvado de la mano de sus opresores’ (Jer. 31, 10-11).
Y ese momento ya había llegado.
Llamó a Pedro
y entre los dos fueron llamando al resto. Sin prisa se pusieron en camino para
dirigirse a los lugares donde consideraba necesaria su presencia.
CRISTO Y PEDRO.-Simeon Solomon.-PRERRAFAELISMO
‘Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en
las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda
enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo
compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no
tienen pastor’. (Mt. 9, 35-36).
Pero ese día
estaba más sensible de lo habitual. Las preocupaciones de la noche anterior
habían hecho acto de presencia nuevamente y cuando por la noche pusieron en
común los acontecimientos vividos durante el día. Jesús les preguntaba sobre
sus opiniones de lo que habían visto en los distintos lugares visitados.
Después de recogidas las distintas opiniones, les hizo conocer su resolución
valiéndose de una comparación, que acaso había presenciado en innumerosas
ocasiones durante su vida oculta: ‘Entonces dijo a
sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies’. (Mt. 9, 37-38).
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies’. (Mt. 9, 37-38).
INSTRUYE A LOS DISCÍPULOS.-MICHAEL DUDASH.-S. XX |
Había
dos invitaciones implícitas en su comentario. Por una parte les estaba
enseñando la necesidad de la oración para cualquier empresa apostólica que
pudiesen emprender.
DUCCIO DI BUONINSEGNA.-GÓTICO
Ahora o en un futuro que, más o menos tarde, había de
llegar. Les estaba haciendo ver que ‘la
mies’ eran (y son) todas aquellas personas que aunque asistiesen a la
sinagoga todos los sábados y celebrasen el sabbath, debían hacerlo desde un
corazón centrado en Yavé y no desde una rutina amorfa y sin sentido. Dios era
(y es) el fondo de toda celebración litúrgica.
Por otra parte los enfocaba hacia una actividad personal
centrada en el prójimo y que iba más allá de ellos doce. Eran necesarios más
discípulos que colaborasen en la extensión del Evangelio y en la proclamación
del Reino. Así que en cuanto reunió discípulos suficientes ‘designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos
delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les
dijo: La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies
que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de
lobos.
No
llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En
la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
ENVIÓ SETENTA, DE DOS EN DOS.-JAMES TISSOT.-S. XIX - XX
Y si
hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a
vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan,
porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en
que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya
en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros’. (Lc 10, 1-9)
Eso constituyó una magnífica experiencia para todos.
Volvieron pletóricos de alegría, de orgullo, de satisfacción. Habían colaborado
con el Maestro. Las posibles dificultades quedaban atrás y los resultados
obtenidos eran demasiado satisfactorios como para pensar en esas dificultades. ‘Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo:
"Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre’. (Lc.10, 17).
VUELTA DE LOS SETENTA.-JAMES TISSOT.-S. XIX - XX |
Era
lógico. Su bautismo apostólico desde el prisma del dominio sobre Satanás y sobre
las enfermedades que en nombre de Jesús habían curado les hacía sentirse
útiles. Pero Jesús tenía que devolverlos a la realidad, porque cuando Él no
estuviera y ellos tuvieran que completar su obra, no iba a ser tan sencillo:
CAÍDA DE LOS ÁNGELES REBELDES.-FRANS FLORIS.-MANIERISMO
‘Él les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como
un rayo. Os he dado poder para caminar
sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y
nada podrá dañaros. No os alegréis, sin embargo, de que los espíritus se os
sometan; alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en el cielo’.
(Lc. 10, 18-20).
Ellos enmudecieron, pero entendieron su significado. Lo
importante era el servicio, la entrega, el sacrificio en nombre de Dios. Sentir
su llamada y darle una respuesta. El Maligno estaría dispuesto siempre a dar
algún que otro zarpazo como también lo intentó con el mismo Jesucristo al
principio de su vida pública y obtuvo un estrepitoso fracaso. Y su misión (y la
nuestra) era darse a Dios y contribuir a hacer realidad los caminos y los planes
de Dios. Que ‘vuestros nombres
estén escritos en el cielo’ era un
premio que valía (y vale) los trabajos y sacrificios que pudieran hacer.
JESÚS Y EL LIBRO DE LA VIDA |
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