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arte

El fin del principio (V) : La crucifixión y muerte (IV).-27. diciembre- 2015

Posted by Caminante y peregrino

DIOS PADRE MIRA EL CORDERO EN LA CRUZ.-JUAN B. JOUVENET.-BARROCO

      De todas las gentes que habían presenciado en el pequeño montículo la terrible tragedia de dar muerte a un inocente, que aun no habiendo pronunciado en los juicios ante el Sanedrín y ante el procurador romano una sola palabra en su defensa, todos tenían claro que era inocente. Muchos analizaban ahora lo que habían visto y oído en sus actuaciones públicas sin esconderse de nadie. Se daban cuenta que todo cuanto decía no solamente no estaba en contra de la Ley, sino que la mejoraba y perfeccionaba. Con ello se autoconvencían  de que era el Mesías anunciado por los profetas. Solamente tenían una duda: no les encajaba que siendo el Mesías hubiese muerto y, además, de esa manera.
Cuatro israelitas, miembros del Sanedrín, bajaban del Calvario hablando atropelladamente, y uno de ellos, Lemuel, decía: '¿Habéis visto en qué situación estaba? Es increíble que haya llegado vivo al Calvario. No me cabe duda alguna de que es de quien Isaías dijo: "He aquí a mi siervo, a quien sostengo yo, a mi elegido, en quien se complace mi alma: He puesto mi espíritu sobre él, y él dará la Ley a las naciones; no gritará, no hablará recio, no alzará su voz en las plazas, no romperá la caña cascada ni apagará la mecha humeante. Expondrá fielmente la Ley, sin cansarse ni desmayar hasta que establezca la Ley en la tierra; las islas están esperando su doctrina". (Is. 42, 1-4). Hemos visto que toda su vida ha sido un testimonio del cumplimiento de esta profecía'.
      Pararon un momento como si meditaran cuanto Lemuel les había dicho. Eleazar replicó: 'Ciertamente es así, y mientras exponías lo dicho por el profeta yo recordaba otra cosa que también se le puede aplicar al Nazareno perfectamente. ¿Recordáis este pasaje del profeta? "No hay en él parecer, no hay hermosura que atraiga las miradas, no hay en él belleza que agrade. Despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro..." (Is. 53, 1-3).    
      Meser no le dejó terminar, como si estuviera hablando consigo mismo, con los ojos cerrados continuó: '...pero fue él quien tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por castigado y herido por Dios y humillado. 
CRISTO DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA.-JUAN MANUEL MIÑARRO.-S. XXI  
Fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. El castigo salvador pesó sobre él y en sus llagas hemos sido curados. Todos nosotros andábamos errantes como ovejas siguiendo cada uno su camino y Yavéh cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros'. (Is. 53, 4-6)
      Hubo un momento de silencio. Yarin remató las intervenciones de sus compañeros con una voz quebrada por la emoción de quien se siente culpable por su parcialidad en el juicio en que intervino para que fuera declarado culpable: 'Maltratado y afligido no abrió la boca, como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante el trasquilador. Fue arrebatado por un juicio inicuo sin que nadie defendiera su causa cuando era arrancado de la tierra de los vivientes y muerto por las iniquidades de su pueblo. Dispuesta estaba entre los impíos su sepultura y fue en la muerte igualado a los malhechores, a pesar de no haber en él maldad, ni haber mentira en su boca. Quiso quebrantarle Yavéh con sus padecimientos'. (Is. 53, 7-10).
EXPULSIÓN DE LOS MERCADERES DEL TEMPLO.-JACOB JORDAENS.-BARROCO
      Cuando acabó, todos se sentían obligados a reparar el daño que habían causado. '¿Qué podemos hacer?', planteó Lemuel. Se miraron unos a otros pero no hubo una respuesta inmediata. Yarin opinó: 'Yo estuve presente cuando tiró los puestos de los mercaderes en el templo. Nadie entendía por qué hacía aquello y cuando le pregunté qué señal nos daba para obrar de aquella manera, me miró solamente y dijo: "Destruid este templo y en tres días lo levantaré". (Jn. 2, 13-22). Pensé, y muchos pensaron lo mismo, que estaba loco. ¿Cómo iba a hacer algo así, si para construirlo se habían empleado cuarenta y seis años? Sencillamente imposible, pero si de verdad es el Mesías, el Hijo de Dios, esto no puede quedar así. Os propongo que pensemos en estos acontecimientos y que el día siguiente al sabbat nos juntemos en el templo y veamos qué podemos hacer para reparar nuestro error'. A todos pareció buena la idea. Sin cruzar más palabras marcharon a sus casas respectivas.
      Mientras estos personajes hablaban, en el Gólgota seguía la tragedia. María, sumida en un profundísimo dolor, permanecía en silencio. No tenía fuerzas para nada. Viendo muerto a su Hijo, ¿qué podía decir? Era carne de su carne, corazón de su corazón, la razón de ser de su vida que ya no estaba con ella. Solamente le veía colgado de aquel sucio y tosco madero, salvajemente maltratado por sus verdugos y por aquel pueblo que había venido a redimir. Nada tenía sentido ya.
      Juan y las mujeres, entre sollozos entrecortados, la tomaron y se retiraron un poco hacia atrás. nadie decía nada porque nada había que decir. El amargo dolor y una descomunal impotencia eran los protagonistas de sus vidas en ese momento. 
ANUNCIACIÓN A MARÍA.-CARL BLOCH.-REALISMO DANÉS 
      La Madre solamente meditaba en su intimidad frases que llegaban desde su memoria: 'Concebirás y darás a luz un Hijo a quien pondrás por nombre Jesús, será grande y llamado Hijo del Altísimo.' (Lc. 1, 31-32). También recordó las palabras que le habían dicho de Pedro hacia su Hijo: 'Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo'. (Mt. 16, 16). ¿Tenía sentido eso ahora? Sí. Debía tenerlo aunque ella no entendiera nada en absoluto. Si ella se fió de Dios cuando le anunció que nacería de ella por obra del Espíritu Divino y se realizó, ahora tenía la misma fe en Dios que años atrás en Nazaret. Dios actuaría. Entre leves sollozos repitió con absoluta fe en el Creador: 'He aquí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra'. (Lc. 1, 38). En esta renovación de su anterior acto de fe encontró una gran paz, pero seguía siendo tristísimo ver allí a su Hijo muerto de aquella manera.  
      Según se iban desarrollando estos episodios en el Calvario, 'los judíos, como era el día de la Parasceve, para que no quedase los cuerpos en la cruz el día de sábado, por ser día grande aquel sábado, rogaron a Pilato que les rompiesen las piernas y los quitasen'. El gobernador romano no tenía ganas de nuevas querellas con los judíos y queriendo evitar a toda costa nuevos tumultos, dio las órdenes oportunas para ello. Comunicada la orden tomaron cuanto necesitaron y 'vinieron, pues, los soldados y rompieron las piernas al primero y al otro que estaba crucificado con Él; pero llegando a Jesús, como le vieron ya muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó con una lanza el costado, y al instante salió sangre y agua'. (Jn, 19, 31-34).
LA LANZADA EN EL COSTADO DE CRISTO.-PEDRO PABLO RUBENS.-BARROCO
      Esto cogió totalmente desprevenidos a Juan y a todas las mujeres que quedaron horrorizados por semejante crueldad. María, su Madre, al presenciarlo, nuevamente perdió el conocimiento.

El fin del principio (IV) : La crucifixión y muerte (III) .- 11-diciembre-2015

Posted by Caminante y peregrino

HARRY ANDERSON.-S. XX
      No pudo evitarlo. Magdalena se abrazó al madero como si quisiera detener la muerte del Maestro. Juan permanecía en pie mirando a su amigo sin acabar de asumir su final. La Madre descansaba su cabeza en el hombro de María la de Cleofás, mientras ésta la mantenía cogida por la cintura. La voz de Jesús les hizo mirarlo con ansiedad mientras Él decía: 'Todo se ha cumplido'. (Jn. 19, 30). Un mismo pensamiento cruzó por las mentes de todos: ya estaba agonizando.
TODO SE HA CUMPLIDO.-JAMES TISSOT.-S. XIX - XX
      Inmediatamente los hechos se sucedieron muy rápidamente. Como si la misma naturaleza quisiera inclinarse ante su Creador, 'las tinieblas cubrieron toda la región hasta la hora de nona. Entonces Jesús lanzó un grito y dijo: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu". Y dicho ésto, expiró'. (Lc. 23, 44-46). María, su Madre, cayó semidesvanecida en los brazos de su hermana María y de Juan. Casi no se enteró de lo que estaba pasando, porque 'entonces el velo del templo se rasgó en dos partes de arriba abajo; la tierra tembló y las piedras se resquebrajaron'. (Mt. 27, 51). Todos cayeron a tierra muy impresionados unos y asustados otros, por lo que estaba sucediendo.
EL TEMBLOR DE TIERRA.-JAMES TISSOT.-S. XIX - XX
     Los sacerdotes del templo tenían miedo porque se daban cuenta que aquello era la respuesta de Dios a sus infamias y que el velo del templo que separaba el 'Santo' del 'Santo de los Santos' o 'Santísimo' se rasgase, porque significaba que Yavéh les estaba transmitiendo que el injustamente ejecutado era realmente su Hijo.
EL VELO DEL TEMPLO RASGADO
      Algunos de los que estaban en el Gólgota y presenciaron estos fenómenos de la naturaleza, se apresuraron a presentarse ante Anás y Caifás para contarles lo acaecido. Se sorprendieron al ver que ya lo conocían, pues habían acudido algunos sacerdotes a comunicarles lo sucedido con el velo del templo y el temblor de tierra también lo habían tenido en la ciudad. Caifás se mesaba la barba de forma mecánica por la excitación nerviosa que tenía. Se daba cuenta, y no quería reconocerlo, del gravísimo error que había cometido con aquella sentencia. Su cerebro no cesaba de discurrir para ver qué iba a decir al pueblo. Temía alguna sublevación porque ellos también estaban nerviosos y temerosos.
      Por su parte, el gobernador romano tenía una preocupación muy seria, ya que se daban todos los componentes para que surgiese una insurrección. Aunque se hubiese lavado las manos dando a entender que él nada tenía que ver con aquel crimen, su objetividad le mostraba que hubiera podido evitarlo aunque para ello hubiese empleado la fuerza militar. Además, su esposa Claudia  le había insistido lo suficiente como para haber tenido en cuenta sus palabras y haber obrado  mucho más cautamente. Sí. Se sentía algo culpable de aquella muerte a pesar de haber hecho cuanto había podido para ayudar al Nazareno.
       Nada tenía ya solución. Los dos soldados que había enviado para que le informaran de cuanto sucedía eran de su máxima confianza y cuando le contaron cómo habían cubierto las tinieblas del lugar y toda la zona, y cómo el terremoto había abierto grietas en el Gólgota, todavía aumentó más su temor. Todo ello no era novedad absoluta, pues él también lo había experimentado en la fortaleza. Recordó las palabras del reo: 'Tú lo dices. Soy Rey, pero mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera mi reino, mis ministros habrían luchado para que no fuese entregado a los judíos'. (Jn. 18, 33-38). Su preocupación se iba tornando en un temor que, como buen supersticioso que era, iba haciendo mella en él pensando en el hipotético ejército que pudiera tener 'en su reino'.
      En el Gólgota, 'toda la muchedumbre que había asistido a aquel espectáculo, viendo lo sucedido, se volvía hiriéndose el pecho'. (Lc. 23, 48). Entre ellos también hacían comentarios de la tremenda equivocación que habían tenido apoyando la petición de los sacerdotes, de los escribas y de los fariseos que pidieron su crucifixión.
      Los soldados romanos que estaban alrededor de los tres crucificados, tenían miedo. 'El centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto y cuanto había sucedido, temieron sobremanera'. (Mt.27, 54). Algunos deseaban abandonar el lugar pero el respeto a su jefe los mantenía quietos en sus puestos, pero éste se estaba dando cuenta que aquel hombre no era como cualquiera de ellos y todo cuanto estaba sucediendo era la respuesta del Dios del Nazareno a todas las tropelías y bajezas que había soportado desde su prendimiento en el huerto de Getsemaní. Se daba cuenta de que aquello no podía terminar así. No sabía de qué manera, pero lo cierto es que frente a él estaba muerto Jesucristo y en este aspecto no había solución alguna, pero se negaba a admitirlo y su mente de dejaba de pensar en aquello que atormentaba su cerebro.
CONFESIÓN DEL CENTURIÓN.-JAMES TISSOT.-S. XIX-XX
      Hubo un momento que su mirada se detuvo en la Madre, atendida por el pequeño grupo que la rodeaba y  notó en su interior un impulso desconocido hasta entonces para él, que le hizo pensar en la posibilidad de acudir a ella para darle ánimo y ayudarla en cuanto pudiera hacer, pero ese mismo impulso provocó una reacción en él: descubrió la luz y cayó de rodillas ante Jesús: 'Viendo el centurión que estaba frente a Él, y de qué manera expiraba, dijo: -Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios'. (Mc. 15, 39). E inclinándose lo adoró dándose cuenta que sus dioses romanos no eran tales. Allí no había más que un Dios clavado en la cruz y ésto era una incongruencia. No Radicalmente aquello no podía terminar así. Estaba firmemente convencido aunque no pudiera vislumbrar lo que ocurriría ni cómo sería.
      'Había allí mirándole desde lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle'. (Mt. 27, 55). Todas lo estaban pasando horrorosamente mal. Sus recuerdos iban tomando cuerpo en sus mentes rememorando los momentos que le habían visto hacer milagros o predicar. Él era el Mesías esperado. Lo sabían. Pero tampoco podían admitir aquel final para Él. Yavéh les daría la respuesta a su debido tiempo.