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El sábado para Jesús II.- 17-mayo-2013

Posted by Caminante y peregrino

EN LA SINAGOGA.-Maurycy Gottlieb.-S. XIX


 Era inconcebible. Nadie podría entender los hechos ocurridos ni los motivos que los ocasionaron. Nosotros tampoco si lo miramos desde una mentalidad materialista y humanoide o desde la perspectiva hedonista o utilitaria que predomina en nuestra sociedad actual.

Es necesario penetrar en los motivos de cada uno de los tres grupos de personas que aparecen en esta perícopa evangélica. Me estoy refiriendo, continuando con el tema del sábado para Jesús, al episodio de la curación en la sinagoga de la mano seca de un hombre que allí se encontraba. Iremos viendo primero qué nos dicen los Evangelios para luego profundizar en cada grupo de estas personas coprotagonistas del hecho ocurrido y de sus circunstancias. Comencemos.
 ‘Otro sábado Jesús había entrado en la sinagoga y enseñaba. Había allí un hombre que tenía paralizada la mano derecha.
JAMES TISSOT.-S. XIX
 Los maestros de la Ley y los fariseos espiaban a Jesús para ver si hacía una curación en día sábado, y encontrar  así motivo  para acusarlo. Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: -Levántate y ponte ahí en medio. El se levantó y permaneció de pie. Entonces Jesús les dijo: -A vosotros os pregunto: ¿Qué permite hacer la Ley en día sábado: hacer el bien o hacer daño, salvar una vida o destruirla? Paseando entonces su mirada sobre todos ellos, dijo al hombre: -Extiende tu mano. Lo hizo, y su mano quedó sana. Pero ellos se llenaron de rabia y comenzaron a discutir entre sí qué podrían hacer contra Jesús’. (Lc. 6, 6-11).
Se puede observar los tres grupos que personas alrededor de las cuales gira este pasaje. A) El hombre de la mano  paralizada. Otros textos dicen que tenía la mano ‘seca’. En cualquier caso era una mano absolutamente inútil para el trabajo o cualquier actividad con ella. Nada dicen los evangelistas sobre el motivo de su estancia en la sinagoga. Cabe pensar que al ser sábado podría haber ido para escuchar las Escrituras o la interpretación de la Ley, pero caben otros motivos.
B) Otro grupo es el que correspondía a los fariseos y a los maestros de la Ley. Allí estarían también unos miembros del Sanedrín con una misión concreta: descubrir, si se daba el caso, cualquier persona que tuviera una interpretación errónea de la Escritura o de la Ley, que apartase a los componentes del pueblo del camino verdadero.
C) El tercer grupo lo formaba Jesús. Con o sin los apóstoles. Él era el núcleo. El que sí que estaba en la sinagoga para enseñar, con el objetivo concreto de hacer ver el auténtico sentido de las Escrituras y de la Ley. Pero en muchas ocasiones (realmente ocurría casi siempre) su visión o interpretación se encontraba a miles de años luz de la interpretación de los maestros de la Ley.  A partir de ahora ya vamos a seguir el desarrollo de los acontecimientos.
Jesús está en la sinagoga. Y enseñaba. Eso era normal. Pero Él sabía que todo cuanto dijera iba a estar mirado, analizado e interpretado con lupa. 
Van Den Eeckhout, Gerbrand .-BARROCO
Sabía por experiencia propia que sus adversarios siempre estaban dispuestos a mirar lo más insignificante que pudiera decir para ponerlo en evidencia ante el pueblo. Incluso a tenderle trampas. Pero no le importaba. Aquello era como un desafío permanente y  constante entre ellos, que Jesús asumía y aceptaba como ya vimos en la entrada anterior. Esto de ahora no iba a ser una excepción.
La expectación estaba servida. Todos veían a aquella persona con la mano atrofiada, inservible. San Mateo nos da un detalle que hace pensar en una provocación al Maestro por parte de sus adversarios. No pueden aguantarse las ganas de intentar acusarle de algo. ‘Y le preguntaron para poder acusarle: -¿Es lícito curar en sábado?’ (Mt. 12, 10).
A ellos no les importaba lo más mínimo la salud de aquella persona. Deseaban su curación, pero no como un bien para ella, sino como un pretexto para atacar a Jesús. Su postura era absolutamente rígida con la letra de la Ley. Su inflexibilidad no dejaba hueco alguno para la misericordia. 
DOCTORES DE LA LEY .- JAMES TISSOT .- S. XIX - XX 
Era, en lenguaje de hoy, como si las prácticas religiosas las tuviéramos que ceñir exclusivamente a unos actos de piedad, a unos rezos concretos, a una recepción rutinaria de Sacramentos, pero fuésemos incapaces de mover un dedo ante la necesidad de un semejante nuestro u obviar la ayuda que le pudiéramos dar. (‘El Señor preguntó a Caín: -¿Dónde está tu hermano? Él respondió: -No lo sé. Soy yo acaso el guardián de mi hermano? Entonces el Señor replicó: -¿Qué es lo que has hecho? La sangre de tu hermano me grita desde la tierra’- (Gén. 4, 9-120). Recuerdan esto, ¿verdad?)
Estaríamos cayendo en este caso, según me parece, en un falso misticismo. Por eso el profeta Oseas expone el sentimiento de Dios: ‘Porque quiero amor, no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos’. (Os. 6, 6).  En el caso que nos ocupa, Jesús lo plantea desde su sensibilidad ante el sufrimiento ajeno y desde el aspecto del servicio y del amor, tal como entendía su misión: ‘El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos’. (Mt. 20, 28).
San Marcos y San Lucas ponen la iniciativa en manos de Jesús, indicando el segundo de ellos un pequeño detalle, el cual nos permite conocer que sabía de antemano lo que pretendían: ‘Él, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre de la mano tullida: -Levántate y ponte en medio. Él, levantándose, se quedó en pie’. (Lc. 6,8). El hombre obedeció. ¡Claro! ¿Intuyó su curación? No lo sabemos, pero cuando recibió la indicación de Jesús obedeció sin vacilar.
La tensión del momento se podía adivinar por el silencio que debía existir en ese momento. Jesús iba a hablar. ¿O iba a actuar? El desafío entre las partes se manifestaba en grado superlativo absoluto. Todos estaban pendientes de aquel antiguo carpintero de Nazaret. Hiciera lo que hiciese sabía que se jugaba el tipo, pero no le importaba. Allí estaba el hombre esperando. Los fariseos y maestros de la Ley, también. Nada iba a suceder en la oscuridad o en un rincón olvidado, sino al aire libre y delante de todos que, a la vez, iban a ser testigos de lo que allí sucediera.
Y sucedió. La voz del Señor resonó como un trallazo, dirigida a sus adversarios: ‘-Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?’ Ellos no se esperaban aquello. 
ALEXANDER BIDA .- ROMANTICISMO 
Tan desprevenidos los cogió que San Marcos nos aporta más detalles: ‘Ellos permanecieron callados. Mirándoles con indignación y apenado por la dureza de su corazón, dijo al hombre: -Extiende la mano. Él la extendió y la mano quedó restablecida’. (Mc. 3, 4-5).
Los allí presentes reaccionarían de modos distintos. Unos es posible que alabaran a Dios al presenciar semejante milagro, que solamente podía venir desde la divinidad. Eran los de recto corazón que presenciaron aquello. El hombre curado lo haría desde unos sentimientos de agradecimiento íntimo hacia aquel hombre que le había devuelto las ganas de vivir con normalidad, de poder trabajar, de tener la dicha de poder valerse por sí mismo.
El otro grupo de personas…’En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para planear el modo de acabar con Él’. (Mc. 3, 6). Así acabó ese episodio. La Historia nos dice que esa ‘confabulación’ acabó por cumplirse. En una Cruz, por cierto. En la próxima entrada finalizaremos este tema.
JAMES TISSOT.-S.XIX-XX

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