¿Comida o enseñanza? - 23-12-2012
Posted byCASA DE SIMÓN EL FARISEO.-PHILIPPE DE CHAMPAIGNE.-BARROCO |
Cualquiera de
los conceptos que encierran estas actividades dispares entre sí, pero
íntimamente unidos en este fragmento de San Lucas, podrían servir por sí mismos
para titular la entrada, pero precisamente por la unión y relación que guardan
en la situación relatada en los Evangelios las he juntado para el título,
ciertamente con el signo de interrogación sin que esto signifique duda alguna
por mi parte, sino más bien para intentar relacionarlas.
Es un hecho
que los estudiosos bíblicos han querido ver una o varias mujeres en la persona
de la única mujer protagonista. Pero yo no deseo entrar en ello porque entre
otras cosas carezco de conocimientos sólidos para ello, aunque tengo mi propia
opinión.
CARLO DOLCI.-BARROCO |
Precisamente
los cuatro evangelistas citan el hecho, pero voy a seguir el relato lucano contenido en el capítulo 7, 36-50. Comienza situándonos
ante una situación entre Jesús y un fariseo, observante de la Ley hasta en las
comas, que lo invita a comer. Esto era algo normal en aquellos tiempos como sabemos
por el banquete de Mateo para despedirse de sus amigos y luego seguir al
Maestro, por ejemplo. Tampoco es de extrañar que comiese en casa de un fariseo,
ya que ‘No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Yo no he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores’. (Mc. 2, 17).
Lo cierto es
que ‘Entró, pues, Jesús en casa del fariseo y se sentó a la mesa’. No dice
cuántos eran los comensales que compartían la comida, pero cabe suponer que
ante la ocasión de poder hablar con aquel joven rabí y oírle, el anfitrión
habría invitado algunos amigos y quizá también a familiares, pero hombres todos
ellos. ¿Por qué? Muy sencillo. La sociedad judía era machista a tope y la mujer
nada tenía que hacer o decir en estos eventos ni en nada.
ANTONIO CAMPI.-RENACIMIENTO |
Y aquí empieza
lo que hoy llamaríamos la acción propiamente dicha del relato, porque ‘En esto,
una mujer, una pecadora pública, al saber que Jesús estaba comiendo en casa del
fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume, se puso
detrás de Jesús junto a sus pies, y llorando comenzó a bañar con sus lágrimas
los pies de Jesús y a enjugárselos con los cabellos de la cabeza mientras se
los besaba y se los ungía con el perfume’. En tiempos de Jesús, se tenía la
costumbre de comer recostándose ordinariamente sobre el brazo izquierdo,
mientras que con el derecho tomaban la comida y comían. Esta postura es la que
justifica que aquella mujer ‘se puso detrás de Jesús junto a sus pies’.
Rubens.-BARROCO |
En este
fragmento ya surgen varios interrogantes. ¿Cómo una mujer, y además pecadora,
entra a la casa de un fariseo y libremente unge a Jesús con el perfume además
de lavarle los pies con sus lágrimas? ¿Qué justificación tiene esta acción por
parte de una mujer que no tiene ningún derecho para hacer eso en aquella
sociedad? ¿Qué reacción interna pudo tener el fariseo anfitrión ante este hecho
insólito? No dice nada a este respecto el Evangelio, pero si se mantuvo quieto
y callado sería por respeto a su invitado, al cual veía que dejaba a la mujer
que hiciera aquello.
JAMES TISSOT.-S. XIX |
No obstante,
sí dice algo de lo que pensaba. ‘Al ver esto el fariseo que lo había invitado,
pensó para sus adentros: “Si éste fuera profeta, sabría qué clase de mujer es
la que lo está tocando, pues en la realidad es una pecadora”. Es cierto que no
sabemos la cara que pondría mientras pensaba aquello, pero lo cierto es que
tenía serias dudas de que Jesús fuera un profeta, según se desprende de lo que
Lucas nos detalla.
Sin embargo
la finura intuitiva de Jesús y su observación de las personas que había ante Él,
le permite captar la interioridad de quien le había invitado y se dirige a él con
elegante educación, no exenta de una enseñanza radical. ‘Entonces Jesús tomó la
palabra y le dijo: -Simón, tengo que decirte una cosa. Él replicó: -Di,
Maestro. Jesús prosiguió: -Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía
quinientos denarios y el otro cincuenta. Pero como no tenían para pagarle, les
perdonó la deuda a los dos. ¿Quién de ellos lo amará más?’
TINTORETTO.-RENACIMIENTO |
Simón se vio
cogido por sorpresa. Seguramente no esperaba una alusión tan directa a su
persona, y menos aún, ser responsable de una respuesta que se le pedía. Pero no
podía dejarla pasar de largo. Había varios testigos de la interpelación y debía
salir del paso. Su desconcierto queda patente por la primera palabra de la
respuesta: ‘Supongo…’ Así que ‘Simón respondió: - Supongo que aquel a quien le
perdonó más. Jesús le dijo: -Así es’.
Aquí se
entrelazan los rasgos de la realidad que estaba ocurriendo con el recurso
didáctico que, como buen judío con mentalidad oriental, Jesús empleó en
diversas ocasiones, como iremos viendo posteriormente: la parábola, el ejemplo
previo para una mejor comprensión de lo que quiere transmitir. También debe
tenerse en cuenta las costumbres existentes en las comidas con los invitados,
lo que hoy llamaríamos ‘reglas de protocolo’.
Tilman Riemenschneider .-RENACIMIENTO |
La costumbre
era que al acudir el invitado, el anfitrión le recibiese con el beso de
bienvenida a modo de saludo y que mandase a cualquiera de los criados que le
lavara los pies. Era una manera de mostrar su satisfacción por recibirlo en su
hogar y sentarlo a su mesa. Esto explica lo que Jesús quiso que aprendiese
Simón en lugar de la crítica a la mujer que pasaba por su mente.
POUSSIN.-BARROCO |
‘Y
volviéndose a la mujer, dijo a Simón: -¿Ves a esa mujer? Cuando entré en tu
casa no me diste agua para lavarme los pies, pero ella ha bañado mis pies con
sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el beso de la paz,
pero ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste con
aceite mi cabeza, pero ésta ha ungido mis pies con perfume. Te aseguro que si
da tales muestras de amor es que se le han perdonado sus muchos pecados; en
cambio al que se le perdona poco, mostrará poco amor’.
LUDOVICO CIGOLI.-BARROCO |
Bueno. No
está nada mal la comparación que expone a Simón y la relación que tiene con la
parábola o ejemplo anteriormente expuesto, ¿no les parece? Nada dice el
Evangelio de la reacción del fariseo ante semejante crítica, pero es de suponer
que su aturdimiento sería memorable porque, entre otras cosas, su hospitalidad
quedaba en entredicho. Y si alguno de los asistentes tenía duda sobre la falta
de conocimiento por parte de Jesús sobre quién era la mujer, al final quedó
despejada y la divinidad de Jesús se mostraba en las mentes de los comensales,
según se manifiesta en final de este
episodio:
TINTORETTO.-MANIERISMO |
‘Entonces
dijo a la mujer: -Tus pecados quedan
perdonados. Los comensales se pusieron a pensar para sus adentros: -¿Quién es
éste que hasta perdona los pecados?’ Sí. ¿Quién sería? Lo que adivinaban o
intuían era demasiado fuerte para sus mentes embotadas de normas y más normas
que acaso ellos no eran capaces de hacer, como en alguna ocasión ya dijo Jesús.
(‘Haced y cumplid todo lo que ellos dicen, pero no
los imitéis, porque ellos enseñan y no practican. Preparan pesadas cargas, muy difíciles
de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera
levantan un dedo para moverlas’. Mt. 23, 3-4).
El cierre de este pasaje evangélico muestra el tacto y sensibilidad en el trato de
Jesús con la mujer en una acogida afectuosa de alta calidad y entra dentro de
la apoteosis que Jesús da a la causa que en muchas ocasiones le mueve a
favorecer a quien lo reclama: su fe. Así lo demuestra con sus palabras finales:
‘-Tu fe te ha salvado; vete en paz’. La fe de esa mujer era la misma del
centurión romano pidiendo la curación de su criado o de Jairo rogando por la
salvación de su hija de una muerte ya manifestada por cuantos estaban en casa
del jefe de la sinagoga. Y Jesús les respondió a todos.
JAMES SEWARD.-S. XX |
No se dice nada más de este suceso en el Evangelio, pero cabe suponer
que la comida continuaría y el diálogo iría surgiendo poco a poco. Jesús era un
buen conversador y sabía llevar a sus oyentes a su terreno. Y cuando finalizó
la invitación, es muy posible que todos, de una manera o de otra quedasen
marcados por aquel suceso que habían presenciado y vivido.
De la misma manera los pintores se han inspirado de forma distinta
y han enfocado su obra según su concepción del hecho. Unos siguen la norma
existente presentando a los invitados recostados según la norma o costumbre de
la época. Otros lo presentan sentado en un taburete o una silla. Con ellos les
dejo. Disfruten con estos cuadros.
MICHAEL DUDASH.-S. XX |
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