PARÁBOLA DEL SEMBRADOR.-Pieter Bruegel el Viejo.-RENACIMIENTO |
Ciertamente
suena raro. ¿Cómo que somos sembradores y nada menos que de Dios? Pues…me
parece que así es, aunque suene raro. Es éste un tema que me ha obligado a
pensar muchas veces, por lo que es en sí mismo y por la relación que tiene con
otros. Al menos, esa me parece que es la intención de Jesús cuando la expuso.
¿Estábamos en su mente y en su visión del futuro de su Iglesia? No lo sé, ni lo
sabremos nunca, pero teniendo en cuenta el contenido de los Evangelios y que
esta parábola forma parte de los mismos, no sería ningún disparate pensarlo.
Verán ustedes.
Su contenido no me es extraño. Siendo niño, mi abuelo me contaba muchas veces
sus ‘aventuras’ cuando se iba al campo con la comida para todo el día, a lomos
de su caballería. Se juntaba con su hermano y otros labradores y trabajaban de
sol a sol. Disfrutaba explicándome cómo sembraban, la forma de esparcir la
semilla y cómo se hacía la recolección…Recuerdo esto con mucho cariño. Y esto
me sirvió a comprender la parábola.
Esta es la que, en
primer lugar, me hizo pensar en lo referente al título de esta entrada. El
mismo Jesús nos clarifica a través de ella mediante las comparaciones que
emplea, nuestra forma de actuar en la vida en relación con las cosas de Dios.
Nelly Bube.- S.XX.- DIBUJO ALUSIVO
Esta es una
parábola que está más que trillada. Muchísimos sacerdotes la han explicado por
activa y por pasiva y no cesan de exponernos el significado que tiene y, como
Jesús en su explicación posterior a los apóstoles, nos invitan a analizar nuestra actuación y relación con el Ser
Supremo.
Vamos por
pasos. La parábola está contenida en los tres Evangelios sinópticos. Los tres
evangelistas refieren lo mismo, lógicamente con alguna ligera variante. Pero en
el fondo se está planteando en todos ellos que la Palabra va dirigida a
todos por igual con el claro objetivo de que seamos receptivos a su contenido,
por nuestro bien.
Permítanme una pequeña
confidencia. Teniendo hechos ya un par de cursos bíblicos, sentí la necesidad
de profundizar en el Nuevo Testamento. Era el año 1966. Diariamente la Palabra era mi compañera
después del trabajo nuestro de cada día. Subrayaba todo cuanto consideraba
interesante o me ‘decía algo’ de provecho para mi vida. Entrado el segundo mes
de 1071 finalizaba la lectura del Apocalipsis. Aquellos cuatro años y medio
fueron decisivos para mi vida.
Aquello no
podía quedar así y si algo veía claro es que cuanto había meditado y aprendido
no podía ser un aprendizaje más o menos intelectual y ahí finalizaba todo.
Aquello debía prolongarse en la familia, en la profesión, en los momentos de
ocio y diversión con amigos,…y allá nos lanzamos mi esposa y yo. En la Parroquia nos volcamos y
cuanto más nos dábamos, más aprendíamos y más nos enriquecíamos. Y más clara
era la visión de que realmente era el Espíritu quien trabajaba a través de nosotros y de cuantos nos poníamos disposición de Dios.
Uno de los
casos más claros era Felisa, una amiga nuestra. No sabía leer ni escribir, pero
cuando se ponía a hablar de Jesucristo, de la Virgen, de la Iglesia, hasta las piedras se ponían a meditar y
a emocionarse. Cuando le preguntábamos cómo se las arreglaba siempre nos decía
que SU Antonio (su marido) le leía el Evangelio o algún texto relacionado con
el tema que trataba, pero en el fondo todos estábamos convencidos que Dios
actuaba en ella.
Sí. Ella era sembradora
de la Palabra. Hacía
realidad, como cualquiera que se ponga en sintonía con Jesucristo, lo que San
Pablo decía: ‘Yo planté, Apolo regó, pero quien dio el crecimiento fue Dios. Ni
el que planta es algo ni el que riega, son Dios, que da el crecimiento. El que
planta y el que riega son iguales; cada uno recibirá su recompensa conforme a
su trabajo. Porque nosotros sólo somos cooperadores de Dios, y vosotros sois arada
de Dios, edificación de Dios’. (I Cor. 3, 6-9).
HERMANOS LIMBOURG .- GÓTICO INTERNACIONAL
El ejemplo que
Jesús puso y que ha perdurado a través de los siglos de Historia de la Iglesia a través de esta
parábola no es otra cosa que llamar la atención de la disponibilidad personal
de cada uno al escuchar el mensaje que encierra cada fragmento de los
Evangelios en orden a nuestra vida y a nuestra relación con el Padre, porque
como nos enseñó el Maestro: ‘Lo que mi padre me dio es mejor que todo, y nadie
podrá arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una sola
cosa’. (Jn. 10, 29-30).
Giacomo Bassano.- MANIERISMO |
Así, a lo
largo de todos los tiempos, se ha ido cumpliendo todo cuanto Jesús había
previsto y expuesto en esta parábola, agrupando en cuatro las diferentes
actitudes que podemos tomar las personas cuando oímos la Palabra de Dios, según
hemos leído u oído tantas veces.
Harold Copping.-S.XIX-XX |
Primer Grupo: Lo expone comparándolo con la
semilla que al ser sembrada cae junto al camino que, en general, no tiene
tierra donde fructificar. ‘…y viniendo las aves, la comieron’ (Mt. 13, 4).
Estas personas no reciben el valor de lo sagrado. Creen que les impide
prosperar, materialmente hablando. A ellos se les puede aplicar lo que dicen
los Hechos: ‘Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros
siempre habéis resistido al Espíritu Santo’. (Hch. 7, 51).
San Pablo
también dice: ‘No os portéis como se conducen los gentiles, en la vanidad de su
mente, oscurecida su razón, ajenos a la vida de Dios por su ignorancia y por el
endurecimiento de su corazón’. (Ef. 4, 17-18). Se empeñan en permanecer en el
hombre viejo. Incluso, aun sabiendo el bien que hace la Iglesia, son capaces de
perseguirla más o menos solapadamente con el falso pretexto de que la Religión es algo
trasnochado. Pero sus hijos van a colegios religiosos.
DOMENICO FETTI.-BARROCO |
Son presa
fácil de Satanás: ‘A quien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el
maligno y le arrebata lo que había sembrado en su corazón: esto es lo sembrado
junto al camino’. (Mt. 13, 19). Su cristianismo carece de raíces profundas y
eso les conduce a olvidar casi en el acto aquello que les pueda llamar la
atención del mensaje crístico. Prácticamente es nulo el efecto de la Palabra en ellos.
Segundo grupo: Lo expone comparándolo con la
semilla que cae entre piedras. Bajo ellas es posible la existencia de tierra, y
sería posible que brotara, pero en estos casos el grosor de la capa de tierra
que pueda haber es ínfimo.
VINCENT VAN GOGT .- POSTIMPRESIONISMO
Pronto muere. Reciben la fe, incluso con agrado,
pero no actúan según ella por miedo al sufrimiento y a los respetos humanos,
con lo cual, sin saberlo, matan su fe.
Estas personas
oyen la palabra con gozo. Asisten a la celebración de la Eucaristía y escuchan
con agrado las homilías de los sacerdotes. Hasta son capaces de decir ‘¡Qué
bien habla! Cuánta razón tiene’. Pero ahí se termina la cosa. Parece que para
ellos no va nada. Realmente les entra por un oído la palabra y les sale por el
otro sin más consecuencias. Desean retenerla pero la más mínima tentación les
hace desistir. No se dejan guiar por el Espíritu.
Tienen un
cristianismo infantil, inmaduro, superficial,…Cuando se les presentan pruebas
acuden a Dios esperando ser oídos, pero si no salen las cosas como ellos
quieren son capaces de recriminar a Dios y pedirle cuentas porque no salen las
cosas como ellos quieren. No son capaces de sacrificios, pero Dios tiene
infinita paciencia con ellos como podemos ver en el segundo Libro de las
Crónicas:
‘y mi pueblo, sobre el cual es
invocado mi Nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y se vuelven de
sus malos caminos, yo les oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré
su tierra. Mis ojos estarán abiertos, y mis oídos atentos a la oración que se
haga en este lugar; pues ahora he escogido y santificado esta Casa, para que en
ella permanezca mi Nombre por siempre. Allí estarán mis ojos y mi corazón todos
los días’. (2 Cron. 7, 14-16).
‘Lo sembrado en terreno
pedregoso es el que oye la
Palabra y desde luego la recibe con alegría; pero no tiene
raíces en sí mismo, sino que es voluble, y en cuanto se levanta una tormenta o
persecución a causa de la Palabra,
al instante se escandaliza’. (Mt. 13, 20-21)
Tercer grupo: Lo
expone comparándolo con la semilla que ‘cayó entre espinas, las cuales
crecieron y la ahogaron’. Desean sinceramente ser buenos cristianos, pero están
más pendientes de la moda, de las últimas tecnologías, de tener bienes (incluso
acapararlos). Les importa más ‘tener’ que ‘ser’ aun a costa de hundir a otros.
Conozco el caso de alguien que fue dando pasos para ir escalando
puestos en el negocio familiar hasta el extremo de hacerse con todo y dejar en
la calle a sus hermanos.
François Millet.-REALISMO
La posesión de
riquezas les oscurece la mente. Jesús habló de un hombre rico que tuvo una gran
cosecha, derribó lo que tenía y quiso hacer graneros más grandes para vivir sin
trabajar. Pero esa noche Dios le pediría la vida. (Lc.12, 16-21). ¿Para quién
será lo acumulado y de qué le servirá si siendo rico materialmente es
paupérrimo ante Dios? El egoísmo preside su existencia y no deja hueco alguno
para la vida divina en su interior. No produce frutos en la viña del Señor. ‘¿Qué
aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? (Mt. 16, 26).
San Juan nos
relata lo que dice Jesús de estas personas: ‘Yo soy la vid verdadera y mi Padre
el viñador. Todo sarmiento que en mí no lleve fruto, lo cortará, y todo el que
de fruto lo podará para que dé más fruto. … El que permanece en mí y yo en él,
da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. El que no permanece en mí
es echado fuera, como el sarmiento, y se seca, y los amontonan y los arrojan al
fuego para que ardan….’ (Jn. 15, 1-8).
En definitiva
son buena tierra pero no la aprovechan bien. No son capaces de ver los estorbos
(las espinas) que se lo impiden. Dicen que aman a Dios y hasta es posible que
sea así, pero no renuncian a la posesión de los bienes, al dinero, y… ya
sabemos que ‘no se puede servir a dos señores’ (Mt. 6, 24). ‘Lo sembrado entre
espinas es el que oye la
Palabra; pero los cuidados del siglo y la seducción de las
riquezas ahogan la Palabra
y queda sin dar fruto’. (Mt. 13, 22).
Cuarto grupo: Lo
expone comparándolo con la semilla que ‘cayó sobre tierra buena y dio fruto,
una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga’. (Mt. 13,
8-9). A este grupo es al que todos debiéramos pertenecer. Es el de los testigos
fieles. Es de los que se dejan la piel por el anuncio del Evangelio. Es el
grupo que ha producido muchos Carlos de Foucold, Rosa de Lima, Francisco de
Asís, Martín de Porres, Juan de la
Cruz, Teresa de Jesús, Mariana de Jesús, Pablo Miki y tantos
y tantos cristianos que han dedicado su vida a Jesucristo.
James Tissot.-S. XIX - XX
A este grupo
pertenecen los hombres y mujeres casados o solteros, con cualquier profesión,
en pleno siglo XXI, que permanecen fieles al Evangelio aun en tiempos difíciles
como los que estamos viviendo. Así es el
cristiano auténtico: da frutos. Mejor dicho. Está dispuesto a que Dios obtenga
frutos a través de su disponibilidad para Él. ‘En esto será glorificado mi
Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis discípulos míos’. (Jn.15, 8). No
solamente damos gloria a Dios cuando decimos ‘Gloria al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo…’, sino también con nuestra vida y trabajo por Él, con Él y en
Él.
A este grupo pertenecen
también quienes evangelizan a través de las modernas tecnologías.
VINCENT VAN GOGH .- POSTIMPRESIONISMO
Se podría mencionar por ejemplo, para no extenderme demasiado,
a quienes confeccionan blogs como ‘Reflejos de luz. Pastoral Católica en Red’,
‘Evangelizar con el Arte. Arte, Fe y Cultura’ o ‘El blog del padre Eduardo’ que con sus contenidos enriquecen a sus lectores a
la vez que comunican la riqueza pastoral, cultural o espiritual de la Iglesia.
Aquí están
quienes han descubierto que son portadores de unos talentos con que Dios los
adornó cando los llamó a la vida y los han puesto a funcionar. Cuando se
presenten ante el Sumo Hacedor podrán decirle: ‘Señor, tú me has dado cinco,
tres o los que sean; mira pues, otros cinco, tres o ¡quién sabe cuántos! que he
ganado’. Y lo mejor y más plenificante, será cuando oigamos la respuesta: ‘Muy
bien, siervo bueno y fiel. Has sido fiel en lo poco; te constituiré sobre lo
mucho. ENTRA EN EL GOZO DE TU SEÑOR’. (Mt. 25, 14-30). Habrá valido la pena
cuanto hayamos pasado, ¿verdad?
PARÁBOLA DE LOS TALENTOS |
Aquí están
quienes continuamente están matando el hombre viejo, caduco ya, para hacer
surgir en él incesantemente el hombre nuevo: ‘Dejando, pues, vuestra antigua
conducta, despojados del hombre viejo, viciado por las concupiscencias
seductoras; renovaos en el espíritu de vuestra mente y vestíos del hombre
nuevo, creado según Dios en justicia y
santidad verdaderas’. (Ef. 4, 22-24).
Aquí están
quienes continuamente revisan su vida para no fallarle a su Maestro y tienen un
corazón recto y perseverante, para lo cual no dejan la oración y los
Sacramentos y no dudan en encomendarse a los Sagrados Corazones de Jesús y de
su Madre la Virgen
para no caer en las tentaciones que continuamente está poniéndonos Satanás para
alejarnos de ellos.
SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA |
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